Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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Torra y Pastor

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En el fondo, no pretendo hablar ni de Quim Torra ni de Ana Pastor, pero titulo esto así porque ellos me dieron la idea del  artículo la otra noche, cuando los veía en la tele durante aquella curiosísima entrevista.

Ante la dificultad de que el entrevistado contestara lo que la periodista le preguntaba, pensé qué ocurriría si eso mismo se produjera en la vida cotidiana. ¿Se imaginan? Tal vez haciendo el paralelismo podremos captar de verdad y en su justa proporción la magnitud de la insensatez.

Visualicen, por ejemplo, una pareja de enamorados, chico y chica. Ella le pregunta a él si la ama. El hombre, sonriendo, responde: «El amor es algo importantísimo y siempre defenderé el derecho a quererse». «Sí, ya, claro, pero yo no te preguntaba eso, cariño», comenta la chica, que, de golpe, ha quedado descolocada. «Te preguntaba si me quieres».

Diálogo insólito

Él, sin perder la sonrisa, aclara: «Querer es un verbo y, además, un verbo antiquísimo. La gente se ha querido siempre. Y no solamente hombres y mujeres; también padres e hijos, e incluso podemos querer a los animales, ¿acaso no has pensado eso?». La pobre mujer enamorada empieza a impacientarse. «Mi vida, de verdad, no sé qué te pasa. Te pregunto, y esta es ya la tercera vez, si me quieres. No creo que sea tan difícil responderme. Dime sí o no y ya está».

Ante la dificultad de que Torra respondiera  a lo que se le preguntaba, pensé qué ocurriría si un diálogo parecido se diera en la vida cotidiana

El hombre se incorpora, tose, y mirando a los ojos de su interlocutora,  sigue hablando: «También podemos amar el arte, no olvidemos eso». «¿Pero me quieres o no, maldita sea?», le grita la mujer, que definitivamente ha perdido la paciencia. Él, sin alterarse, le responde: «Te hablaba hace un momento del arte. Eso me recuerda lo que me gusta la sinfonía número 38 de Mozart».

A paseo

Bien, paremos aquí este hipotético dialogo y pensemos cuál debería ser la reacción de la mujer. Como yo les considero a ustedes personas razonables, me parece evidente que todos me responderán que ella debe enviarle a él a paseo, y yo les doy toda la razón. No responde a sus preguntas. Empieza a irse por las ramas y termina contestando cosas que jamás le han preguntado. En una situación así, pensaríamos que nuestra pareja se ha vuelto loca de remate o nos está tomando el pelo.

Una entrevista así debería haberse interrumpido a los dos minutos de empezar, pero ningún periodista lo hace

Entonces, ¿por qué no pensamos eso mismo cuando un político empieza a irse por las ramas y termina contestando cosas que jamás se le han preguntado? Estamos tan acostumbrados a ese insólito comportamiento de los entrevistados políticos que lo hemos terminado asumiendo como normal. Pero no lo es. El diálogo entre Torra y Pastor fue tan insólito como el que me he inventado unas líneas más arriba.

Tomadura de pelo

¿A qué conclusión debería haber llegado Ana Pastor? Obviamente, a la misma que en el ejemplo amoroso. O su entrevistado está loco o le está tomando el pelo. O ambas cosas. En cualquier caso, una entrevista así debería haberse interrumpido a los dos minutos de iniciarse, de igual modo que la mujer enamorada tendría que haberse ido pitando de ahí en cuanto su chico empezara a responder cosas raras que no venían a cuento.

Pero ningún periodista lo hace. Ojalá eso cambie algún día.