Análisis
La oposición Frankenstein
Los que auguraron un Gobierno desencajado se han autodestruido en la oposición
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Los días antes de que Pedro Sánchez ganara la moción de censura, el PP y Ciudadanos auguraron que se iba a crear en España un gobierno Frankenstein. El fogonazo que supuso la lluvia de ministras de primer nivel y ministros sobradamente preparados acalló aquellas voces. Estamos ante una oposición Frankenstein, incapaz de votar unos presupuestos que en parte responden a los compromisos que pidieron para la investidura y en parte son idénticos a los aprobados hace solo un mes.
PP y Ciudadanos han entrado en una lucha cainita por el voto extremo a la derecha del PSOE. El PP de Casado, cómo ya hizo el de Rajoy cuando estaba en la oposición frente a Zapatero, pone por delante los votos a los compromisos de España con la UE. La izquierda siempre tiene que ejercer una responsabilidad que a la derecha no se le exige. No estaría de más que Sánchez le sugiera a Merkel que haga una llamada de bienvenida al flamante líder del PP aunque Casado tiene poco margen de maniobra. Por primera vez en su historia, el partido conservador cuenta ahora con una corriente interna organizada entorno a Soraya Sáenz de Santamaría. Mientras, Ciudadanos se quiere mover al centro pero su oposición a los presupuestos tiene un olor a un neoliberalismo que ya no se lleva en la mayor parte de Europa ni casi en Estados Unidos donde gravan a los coches europeos mucho más de lo que se pretende gravar aquí a la banca. Este duelo de jóvenes ultraliberales nos va a proporcionar unas cuántas tardes de gloria en el Congreso de los Diputados y el tema del techo de gasto solo es el prolegómeno. Pero en ningún caso se unirán para intentar una mayoría alternativa.
Las cosas no están mucho más ordenadas entre quienes dieron su apoyo a la moción de censura. El PSOE no la quiso negociar por lo que no puede quejarse de lo que pasó con el techo de gasto para el 2019. Le dejaron en la estacada por motivos diversos. Podemos es hoy un artefacto descabezado. El movmiento asambleario ha resultado tener un hiperliderazgo, ahora invisible por motivos razonables como es la maternidad y la paternidad. Nada que objetar pero en esta coyuntura es inviable dar pasos hacia lo desconocido como sería participar en la gobenrabilidad que no en el gobierno. El PDECat está aún peor que el PP. La lógica prepolítica del entorno de Puigdemont del que se sirvió la vieja guardia para doblegar a Marta Pascal les convierte en un grupo parlamentario imprevisible, donde el humor del líder mesiánico se entrecruza con la profesionalidad de los diputados más expertos. Y en esa puja, Esquerra no puede entregarse a los brazos de Sánchez.
Decía uno de los político más cínicos de Europa, el italiano Giulio Andreotti que el poder desgasta, pero todavía desgasta más la oposición. Sánchez tiene ahora la potestad gubernativa para conseguir que el PSOE cierre filas a su alrededor y para exhibir a modo de campaña electoral lo que podría hacer si tuviera una mayoría que ahora no tiene. Si la oposición no se erige en alternativa, el Franskenstein no va a estar en el banco azul.
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