MIRADOR

Acercamiento sin fanfarrias

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Andreu Pujol Mas

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El traslado de los presos políticos a prisiones catalanes no se acompañará de trompetas tocando fanfarrias. El independentismo considera que el acercamiento es una medida paliativa del sufrimiento de las familias y lo celebra, pero no olvida que este encarcelamiento es injusto y arbitrario. No solo porque se les está acusando de unos delitos que no han cometido según el ordenamiento jurídico imperante, sino también porque se está haciendo un uso abusivo de la prisión preventiva y toda la instrucción está viciada por fuentes más que dudosas. Esto no lo dicen solo los independentistas, sino que han empezado a salir voces del centro de la península, como el mismo Pablo Iglesias, pidiendo su libertad, aunque sea con unos cuantos meses de retraso y sin entrar en el fondo del asunto: no es el ordenamiento jurídico imperante lo más importante. Al fin y al cabo, la mayoría de presos políticos del mundo lo son por una aplicación impecable de unas leyes injustas. Por ende, en la esencia del problema está el derecho a la autodeterminación y el hecho de tener unos líderes políticos encerrados por haber promovido un referéndum.

Las trompetas no solo no van a resonar porque el independentismo lo considere insuficiente. El mismo Pedro Sánchez ha negado que el acercamiento sea una concesión política, sino que se trata del “cumplimiento de la legislación penitenciaria”. El nuevo Gobierno español se ve presionado por un PP en competición interna en materia de ultramontanismo y por unos Ciudadanos en competencia con el PP en el asunto de la intransigencia. La derecha española quiere presentar el Gobierno socialista como un rehén del independentismo a pesar de que, desgraciadamente, esto no sea así. No será, el de Sánchez, el gobierno fraternal que auguraba Xavier Domènech en la campaña de las últimas elecciones al Congreso, a pesar de haber sido investido con el apoyo de toda la izquierda española y de todos los partidos independentistas y autodeterministas ibéricos. Si así fuera, ya se estaría organizando el famoso referéndum pactado que hasta había defendido el PSC cuando el 1 de octubre todavía se veía como una posibilidad lejana.

Por lo tanto, Sánchez no quiere ni puede sacar pecho del acercamiento, pero si dice que se trata de un tema de cumplimiento de la legislación, entonces es que hasta ahora había un incumplimiento de ésta. No solo en este caso concreto, sino que se ha prolongado durante décadas con la dispersión deliberada de los presos de ETA, fomentada por varios gobiernos españoles, también gobiernos socialistas. Si España resulta que es el país donde la ley es lo más sagrado –permítanme que se me escape la risa, pero este ha sido el único argumento para combatir al independentismo durante todo este tiempo- entonces seguro que habrá duras represalias contra los que se la han saltado para castigar a los familiares de los presos obligándoles a recorrer centenares de quilómetros para que unos pobres niños puedan abrazar a sus padres.