ANÁLISIS
Decencia y autodefensa
Un malentendido recorre Europa: que el respeto a los derechos humanos puede ser selectivo
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Efecto llamada. Avalancha de immigrantes. Recursos públicos limitados. Solidaridad bien entendida/la solidaridad tiene un límite. Si tanto quieres a los inmigrantes, ¿por qué no te los llevas a vivir a tu casa? En el discurso de la inmigración surgen a menudo argumentos y expresiones similares, forman parte de esa 'realpolitik' de estar por casa que lleva a afirmar que no se puede ser buenista en un asunto tan sensible y tan complejo. Curiosamente, apelar a la complejidad de un tema en ocasiones es el primer paso para enlazar argumentos simplistas que esconden un rostro inhumano. El debate entre dejar morir a la gente en el mar o rescatarla no parece muy complejo.
Muerte en el mar
Complejo es lo que ha sucedido antes, el conjunto de violencias que lleva a tantas personas a jugarse la vida en barcazas, las mafias que aprovechan los caminos cerrados para lucrarse abriendo vías nuevas y peligrosas. Complejo es lo que sucede después, la reacción de la sociedad que acoge ante la pobreza (y sus consecuencias) con un color de piel, un credo y unas costumbre diferentes, el paraíso que no es tal, porque los paraísos solo existen en proporción a la profundidad de los bolsillos. Pero en el mar, todo es más sencillo. Vidas en peligro, personas que deben ser rescatadas. No es buenismo. Es decencia. No hay 'realpolitik' que justifique el cierre de puertos, la negación de auxilio, el acoso a las ONG que salvan vidas, la muerte de inocentes. Porque es de muerte de lo que estamos hablando. Muerte en el país de origen, muerte en el mar.
Un malentendido recorre Europa: que el respeto a los derechos humanos puede ser selectivo. Que el Gobierno que considera una opción dejar ahogarse en el mar a personas en nuestro nombre nos defiende. No es así. El Gobierno que vulnera derechos humanos en el Mediterráneo los acabará rompiendo en casa, tan solo tiene que cambiar la definición de quién forma parte de 'nosotros'. Defender que en mar se rescata a los abandonados y que a los refugiados se les da asilo no es solo una cuestión de decencia o de principios. Es también autodefensa ante la bestia.
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