Guardia Civil y Policía Nacional

Desarticulada una organización que vendía gominolas contaminadas con drogas de síntesis por Internet

Hay cuatro personas detenidas, tres de nacionalidad holandesa y un español, pero se arrestará a otro individuo

Imagen de archivo de la Guardia Civil.

Imagen de archivo de la Guardia Civil. / ED

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Agentes de la Guardia Civil, en una operación conjunta con la Policía Nacional, han desarticulado una organización dedicada a la venta por Internet de gominolas contaminadas con drogas de síntesis y han detenido a cuatro personas, tres de nacionalidad holandesa y un español. Además, se realizaron siete registros domiciliarios en inmuebles de la Costa del Sol, concretamente en Málaga, Mijas, Estepona y en Maspalomas (Gran Canaria) y se encontraron diferentes tipos de drogas sintéticas, armas de fuego y dinero en metálico. Se ha producido el bloqueo de cerca de 620.000 euros en cuentas nacionales y el bloqueo de las propiedades inmobiliarias valoradas en 1,5 millones de euros y coches de alta gama. Se espera la detención de otro un individuo más.

Los miembros de la organización realizaban envíos postales del estupefaciente a toda Europa y habían creado un complejo entramado de empresas para la ocultación y posterior blanqueo de capitales. La investigación comenzó cuando los agentes recibieron una comunicación de la Policía belga según la cual se había detenido a una persona, de nacionalidad neerlandesa, en un punto de recogida de paquetería con un envío de 700 gramos de sustancia estupefaciente, concretamente catinona sintética (3MMC).

Los líderes de la organización eran un matrimonio holandés, bien posicionado en la Costa del Sol, con un elevado nivel de vida, con numerosas propiedades y negocios –incluso un gimnasio- a su nombre en las zonas de Fuengirola, Mijas y Estepona. Ambos, auxiliados por dos lugartenientes de nacionalidad holandesa, coordinaban los envíos de todo tipo de sustancias.

El modus operandi

El modus operandi de esta organización consistía en adquirir golosinas y snacks de diferentes lugares, como Holanda o directamente a fábricas de Levante, o incluso de China donde el nombre era diferente, que luego contaminaban con cannabinoides. Para evitar ser descubiertos, los miembros de este grupo utilizaban trasteros e inmuebles diferentes para almacenar los productos. Además, el principal investigado no residía en un único lugar, sino que encadenaba alquileres vacacionales de forma sucesiva y cambiaba frecuentemente de vehículo.

En un trastero ubicaban la mercancía legal como snacks, golosinas o vapeadores, que no contenían estupefaciente. Posteriormente, tras dejarlos un tiempo prudencial, los recogían y los llevaban a uno de los inmuebles que habían alquilado, donde tenían establecida una rudimentaria cocinalaboratorio donde preparaban las mezclas y preparados psicotrópicos. En este lugar, también infusionaban las golosinas -eliminaban sus azúcares exteriores y licuaban los preparados cannábicos para que quedaran impregnadas- o utilizaban aerosoles para impregnarlas. Los productos eran comercializados posteriormente en Málaga y Holanda.

Para el envío de estas sustancias, la organización había creado una empresa que aparecía siempre como remitente de los envíos. Los destinatarios de la droga abonaban el precio mediante trasferencias bancarias, entrando en la cuenta durante el período analizado más de un millón y medio de euros.