ANÁLISIS
Derrotas que son victorias
El movimiento de boicot a Israel logra tantos comunicativos con campañas como la de Messi y Argentina
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
Que hay partidos que solo se pueden ganar se aprende a base de derrotas. Ni la Federación de fútbol palestina (encabezada por Yibril Rayub, dirigente palestino de dilatada y turbia biografía política) ni los activistas del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) cuentan con vencer en su presión para que Argentina --capitaneada por Messi-- no juegue en Israel. Es una batalla perdida de antemano, de la misma forma que lo era impedir que el Giro empezara en Jerusalén o lo será boicotear Eurovisión el próximo año. Pero en la derrota está la victoria: poner en el punto de mira tan altos objetivos multiplica la difusión del BDS, y genera en el mundo cultural y deportivo una enorme duda: ¿qué sucede en Israel para que se le compare con Sudáfrica? Y otra: ¿qué implica que un acontecimiento deportivo o musical se celebre en Israel?
Israel da gran importancia a las relaciones públicas. El movimiento del BDS es considerado desde hace algún tiempo un enemigo estratégico por parte del Estado hebreo, no tanto por su influencia económica sino por su mensaje político: transmite la idea de que Israel debe ser considerado un Estado paria por la ocupación (y la red de violencias que genera y en la que se sustenta) de los territorios palestinos. La lista (cada vez más larga) de artistas y deportistas que boicotean a Israel son victorias que acumula el BDS; el ruido que generan los que deciden viajar a Israel pese a la petición de boicot son derrotas que permiten al movimiento seguir creciendo.
Messi ya viajó antes a Israel con el Barça, y se fotografió con Binyamin Netanyahu. Requiere toneladas de coraje (y muchísima información, y sacar la cabeza fuera de la burbuja del deportista de élite) no hacerlo. El viaje de Argentina a Israel es un asunto de Estado. Es, como tal, propaganda para Israel a costa del fútbol y los futbolistas. A su vez, el BDS se apunta también tantos de comunicación. Habrá que ver quién es el siguiente equipo que viaja al Estado hebreo. Ese es el partido real que se está jugando.
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