IDEAS

Quim Torra, a contraviento

Joaquim Torra, en el Parlament, el pasado 1 de marzo.

Joaquim Torra, en el Parlament, el pasado 1 de marzo.

Jordi Puntí

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Quim Torra. Sale el nombre del cuarto candidato a presidente de la Generalitat, designado por Puigdemont, y al instante todo el mundo tiene una opinión. Los diarios de Madrid hablan de hombre de paja, de títere, de solución provisional, da la impresión que esos artículos llevaban días escritos, solo les faltaba añadir un nombre. Desde el independentismo se transmite la confianza ciega en alguien que por fin desatasque la situación. El oráculo de Berlín ha elegido un perfil que puede seducir desde la contradicción: Quim Torra es independiente y a su vez activista del destino republicano de Catalunya; es desmañado y florentino, un maulet con corbata, un entusiasta de Churchill sin reparos a la hora de definir los restos del Born como la "zona cero de los catalanes".

Si tuviéramos que buscar un pero al entusiasmo de Quim Torra al frente de la editorial Acontravent, este sería el descuido en la edición y corrección de los textos

Cuando pienso en Quim Torra, me viene a la memoria su trabajo al frente de la editorial Acontravent, que fundó él mismo en el 2008. Repaso los títulos que he leído y me salen una veintena en un catálogo que ronda los 70 libros publicados. La atención al periodismo, y el interés por recuperar las voces que describían la Barcelona bohemia de antes de la guerra, conviven con apuestas más personales (y, en algún caso, de calidad discutible) que suelen fondear en la memoria colectiva, y con ensayos que alumbran aspectos de la cultura catalana y europea. Recuerdo los artículos de Paco Madrid en Sang a les Drassanes, o Bohemis, pistolers, anarquistes i altres ninots, de Jaume Passarell, o Per França i Anglaterra, la antología de artículos aliadófilos en la primera guerra mundial, a cargo de Joan Safont. Pero también un ensayo erudito y provocador como El gos cosmopolita, de Raül Garrigasait, o la vindicación excitada de Enric Vila en El nostre heroi, Josep Pla, o los dietarios de Miquel Pairolí y de Guillem Simó, entre otros.

Si tuviéramos que buscar un pero al entusiasmo de Quim Torra, este sería el descuido en la edición y corrección de los textos. Su selección de títulos estimulantes, y un diseño notable de las cubiertas, no siempre ha coincidido con el buen gusto tipográfico. Es como si con la fuerza del contenido bastara para justificar cierta dejadez formal. Todo un qué.