Al contrataque

Lo tenían todo

A los soberanistas les faltaba muy poco y por querer el fuero perdieron el huevo

Jordi Turull

Jordi Turull / FERRAN SENDRA

ANTONIO FRANCO

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Vivimos horas frenéticas en las que esprintan política y judicialmente, para ver quién llega antes y más lejos, un juez (el juez más indebidamente metido en política que conozco) y el mundo político soberanista (los políticos que sufren más marcaje judicial que conozco). El secesionismo corre hacia atrás: viene de un intento unilateral de independencia y en su retroceso ahora forcejea para recuperar el mando de lo que consideran una mediocre, desgraciada y ya superada situación autonómica.

Acorralados entre el quiero y no puedo juegan la baza de Jordi Turull, su tercera opción. Pero la pobreza del panorama es inmensa. Lo seleccionaron pese a no ser la persona que querían, sin abrir un debate sobre su idoneidad, viéndolo como un interino y sin que se conociesen detalles sobre lo que intentaría hacer desde la presidencia.  ¿Sus méritos? Un nítido independentismo y mucho protagonismo en la Convergència del más puro 3%. Se desconoce cómo piensa encarar las relaciones con España después de que le dijera al juez que ha renunciado a la vía unilateral y que Catalunya tiene solución dentro de la Constitución, lo que gustó muy poco a los que eran idénticos a él. Se ignora si cree instrumentalmente en la autonomía y hasta qué punto piensa degradar la presidencia de la Generalitat convirtiéndola en un cargo subordinado al señor que detenta el  mismo título desde Bruselas .

Los independentistas no están de buen humor porque saben perfectamente lo mucho que han perdido. Tendrán que perdonarme cierto grado de simplificación explicativa si les digo que lo tenían prácticamente todo en sus manos, menos el reconocimiento de la soberanía, cuando midieron mal las cosas. Disponían de casi todo el poder político en el territorio, contaban con dinero para administrar y vivir, empleos para repartirse y medios informativos públicos y privados aupándoles y promocionando las tesis de esa mitad menos uno que les apoya (Jordi Pujol encontró en su momento el flanco débil utilizable para que trabajase a su favor hasta la andalucista Radio Teletaxi, y el secesionismo actualizó el método).

La abulia de Rajoy

Y tenían asimismo lo mejor: la abulia de Mariano Rajoy, el inmenso desconocimiento de Madrid de nuestra realidad, su tolerancia con que la Catalunya de comarcas viviese en la práctica casi como independiente (a la espera de que llegase un papel certificándolo). Parecía existir incluso cierta connivencia psicológica de Puente Aéreo para entrar lo menos posible en las corrupciones de aquí mientras pudiesen prosperar las de allí. A los soberanistas les faltaba muy poco y por querer el fuero perdieron el huevo. Rompieron la baraja al incumplir la Constitución y el Estatut. Ahora, a causa de esos errores estamos en otra situación y algunos de sus dirigentes deben levantar el dedo para solicitar permiso para ir al baño. ¿Juzgara algún día Catalunya todo ese daño colectivo?