DOS MIRADAS

Lógica de guerra

El regalo de los hoteleros de Murcia a los policías y guardias civiles viene a ser turismo que funciona con una lógica de guerra... Da pena, da mucha pena. Y da miedo

Policías nacionales, el 1-O en el colegio Ramon Llull de Barcelona.

Policías nacionales, el 1-O en el colegio Ramon Llull de Barcelona. / FERRAN NADEU

Josep Maria Fonalleras

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Los empresarios de hostelería de Murcia, agrupados en la asociación Hostetur, han ofrecido un fin de semana, con todos los gastos pagados, a 210 agentes del orden (y a sus parejas) con el fin de agradecerles la «extraordinaria labor» que llevaron a cabo en Catalunya durante «el desafío secesionista». Las palabras son del delegado del Gobierno, Paco Bernabé, que, en nombre del Ejecutivo, ha recibido la iniciativa solidaria con entusiasmo y solo ha lamentado que no sea más extensa. «Ojalá sirva para que otras patronales españolas hagan algo similar»”. La estancia en poblaciones como Águilas, La Manga o Mazarrón, no será solo de placer  sino que habrá «excursiones, visitas culturales y actividades lúdicas de todo tipo». Y un final de fiesta (ahora sí, de placer) en la discoteca Trips del Cabo de Palos, en el transcurso del cual se rendirá homenaje de «reconocimiento y gratitud».

La región de Murcia tiene una larga tradición de promoción turística. Recuerdo aquella magnífica campaña protagonizada por el exseleccionador español de fútbol José Antonio Camacho, ¡Murcia, qué hermosa eres! El regalo a los policías y guardias civiles debe ser algo similar. Y aquí está el quid de la cuestión. Turismo que funciona con una lógica de guerra. Los luchadores contra el enemigo que vuelven a la patria, dañados pero valientes, y la patria los premia con el descanso del guerrero. En la fiesta no faltará un unánime «a por ellos». Da pena, da mucha pena. Y da miedo.