tú y yo somos tres

Diario de un entrenador de fútbol africano

ferran Monegal

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África. En el campo de refugiados de Dar Es Salaam, un humilde entrenador, Omar, enseña a jovenes nigerianas el arte de jugar a la pelota en un campo que de fútbol que solo tiene dos enclenques porterías hechas con restos de troncos de árboles. Un campo sin líneas de demarcación, ni puntos de penalti, y que en lugar de un manto de césped tiene un mar de arena seca que quema al pisarla. Omar no pretende que estas adolescentes, casi niñas, nigerianas se conviertan en jugadoras profesionales. Utiliza el fútbol como terapia. Las ayuda a soportar el dolor de su tragedia. Son jovenes huidas de la barbarie de la banda fundamentalista islámica Boko Haram. Ellas, sus hermanos, sus padres -los que no han muerto asesinados-, y así hasta miles de familias, tuvieron que abandonar su ciudad, Baga, al norte de Nigeria, después de la masacre de dos mil de sus vecinos y familiares. Esta matanza ocurrió por las mismas fechas que el atentado en París contra la revista Charlie Hebdo. El periodista Xavier Aldekoa nos decía: «En París hubo emocionantes manifestaciones contra aquel canalla atentado. En Baga mataron a miles pero nadie movió un dedo. Es la condena del silencio. El mensaje del mundo occidental a África es claro: el olvido». El entrenador Omar, sentado en su chabola, pasa las páginas de su diario. No hay tácticas de fútbol, ni estudios de lanzamientos a pelota parada. Son dibujos de los asesinatos. Cabezas cortadas, mujeres violadas y degolladas, niños y ancianos lanzados al agua y ahogados. Espeluznante diario. Raro, siendo de un entrenador de fútbol. Verídico no obstante. Aplastantemente real. Esto que les relato nos lo ha enseñado <b>Michael Robinson</b> en su <i>«Informe Robinson»</i> de esta semana (# 0, Movistar +). Agradezco la sensibilidad de Michael. Se ha atrevido a recordarnos que África existe. La tele ya no se acuerda de África. Ya no mandan enviados especiales que nos enseñen que allí están matando a miles de seres humanos. Las cadenas de televisión ya ni siquiera destinan un poco de calderilla para comprar el material de los freelancers que se juegan la vida para que sepamos lo que pasa.

Me cuenta el gran routier, maestro de periodistas enviados especiales, <b>Vicente Romero,</b> que en Yemen hay siete millones de personas agonizando. ¡Ah! En el festival televisivo no caben los que se mueren de hambre. Mucho menos si son africanos.