AL CONTRATAQUE
Los uniformes mentales
Puede ser que la libertad sea ponerse un atuendo concreto, pero la libertad verdadera consiste en llegar a casa, quitártelo y echarlo al cesto de la ropa sucia
Milena Busquets
Escritora
MILENA BUSQUETS
En la gala de los Globos de Orogala de los Globos de Oro del pasado fin de semana, Hollywood decidió vestirse de negro para denunciar y solidarizarse con los casos de acoso sexual que han salido a la luz en tromba durante los últimos meses.
Naturalmente, al cabo de dos minutos ya se había crucificado a las tres pobres desgraciadas que por torpeza, por deseos de protagonismo o porque les dio la santísima gana, decidieron llevar trajes de otro color. En cualquier caso, fue una encomiable y necesaria iniciativa que según mi opinión tuvo como resultado, entre otras cosas, que la gala fuese una de las más elegantes que se recuerdan.
Yo, si hubiese hecho las normas, hubiese pedido que las mujeres fuesen vestidas de negro pero que los hombres fuesen de rojo, por ejemplo, o de rosa.
Una vez más, ellos no tuvieron que hacer esfuerzo alguno a la hora de elegir su vestimenta puesto que los esmóquines son siempre negros, solo tuvieron que elegir una camisa del mismo color, y nosotras nos tuvimos que romper la cabeza. No sé cómo no se les ocurrió a los organizadores; así, además de la escueta lista negra de mujeres no de negro, se hubiese podido hacer otra (más terrorífica y demoníaca si cabe) de hombres no de rojo o rosa. Y quién sabe si, después de acusarlos, perseguirlos e insultarlos, se les hubiese podido despedir de todos sus trabajos pasados, presentes y futuros a no ser que aceptaran, como penitencia, ir vestidos de rojo o rosa para el resto de sus vidas. Y sus descendientes también. Nunca hay suficiente gente para lanzar a la hoguera.
La verdadera libertad
El negro es un uniforme, las banderas también, hasta la desnudez puede serlo.
En el Liceo Francés no nos hacían llevar uniforme, pero sí batas, una de cuadritos azules para las clases y otra de cuadritos rojos para la hora de comer. Las detestaba, era la niña más presumida del mundo y me parecía indignante tener que cubrir elaborados y pensadísimos conjuntos con una bata que parecía un mantel.
Tengo unos amigos que tienen una hija de 6 años, que antes de empezar a ir al colegio, se empeñaba en elegir la ropa que se ponía cada mañana y salía de casa con atuendos imposibles. Ahora va a un colegio donde los estudiantes llevan uniforme y solo puede decidir lo que se pone los fines de semana. Y los fines de semana, cada fin de semana del año, se viste con el uniforme del Barça.
Puede ser que la libertad sea ponerse un uniforme (o un disfraz, que es casi lo mismo), el que sea (jugadora del Barça, viuda, enfermera, bombero, sufragista) para ir a la guerra y cambiar el mundo o para jugar con tu novio, pero la libertad verdadera consiste en llegar a casa, quitártelo y echarlo al cesto de la ropa sucia.
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