Tras el 21-D
Colosal varapalo a Rajoy
El gran resultado de Ciudadanos pone en cuestión lo que el catalanismo siempre consideró precioso: la unidad civil
Marçal Sintes
Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).
MARÇAL SINTES
En un país realmente serio Mariano Rajoy se marcharía. A su vez, el PP y Ciudadanos, también el PSOE, modificarían su aproximación al independentismo y la forma en que han tratado a los catalanes en los últimos años. Las urnas han hablado, han dictado sentencia. Rajoy ha recibido un varapalo de dimensiones antológicas, colosales. Ni el PP ni sus partidos antecedentes habían sufrido nunca un revés ni tan sonoro ni tan humillante. El independentismo ha vencido en las peores circunstancias imaginables. Ya no hay mayoría silenciosa a la que apelar para deslegitimar a los que quieren un referéndum, que se reafirma como la forma más democrática y clara de resolver la situación.
A pesar de la expresividad de los datos y la tozudez de los hechos, es complicado, en realidad más que complicado, que los partidos del 155 recapaciten y opten por la política, algo que Rajoy siempre ha descartado. Su rechazo a hablar, a proponer, a negociar ha cebado el conflicto hasta los bordes. Desgraciadamente, la tentación del nacionalismo español, de los aparatos que controlan el Estado, probablemente será seguir adentrándose en el error y redoblar el castigo sobre los catalanes y a Catalunya.
Sigamos con el análisis del panorama dibujado por la arrolladora participación electoral. Destaca sin duda la fortaleza granítica del independentismo, que ha conseguido, a pesar de la cárcel, la persecución, la guerra sucia, el 155 y, también, los errores de bulto cometidos, mantener su mayoría absoluta. Más aún: la antigua Junts pel Sí se ha reforzado –pasando de 62 escaños a los actuales 66 de Junts per Catalunya y ERC–. Tomados en su conjunto, los independentistas suman unos 100.000 votos a los que obtuvieron en el 2015, descontado el correctivo sufrido por la CUP.
El balance de Ciudadanos
El segundo gran elemento es el extraordinario balance de Ciudadanos, que ha agrupado al voto españolista y antiindependentista, actuando como su confluencia. El bloque nacionalista español dispone ahora un gran partido y de un liderazgo, el de Inés Arrimadas, con el que identificarse y al que seguir.
Ciudadanos ha ganado en Catalunya, algo que nadie hubiera imaginado poco tiempo atrás. Los diputados de Junts pel Sí se han dividido en prácticamente dos mitades iguales, lo que ha permitido a C's encaramarse al primer cajón del pódium, con la fuerza simbólica que ello entraña. Asimismo, el españolismo mediático –para la historia queda la portada de 'Abc' del día de reflexión invadida por un retrato de Arrimadas– y económico ha hecho una apuesta clara por Ciudadanos, un partido nacido para combatir la catalanidad que, sin embargo ha logrado aparentar cierta moderación.
El balance de Ciudadanos, finalmente, pone gravemente en cuestión algo que el catalanismo siempre ha considerado precioso, esto es, la unidad civil, resumida en el viejo lema psuquero de 'Un sol poble'. El lerrouxismo posmoderno de Ciudadanos ha logrado movilizar a una parte de la población que había aceptado el consenso básico catalanista. El gran resultado de Ciudadanos refuerza sin duda la ambición de Rivera de intentar desestabilizar al PP y buscar el 'sorpasso' en España.
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