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Ninguna libertad sin responsabilidades
El líder republicano es especialista en irse de rositas. Hasta ahora su estancia en la cárcel le eximía, pero a partir del lunes ya no
El encarcelamiento de 'los Jordis' y de los miembros destituidos del Govern obedeció a un criterio estrictamente jurídico de la juez Carmen Lamela, razonado aunque discutible, como todo en derecho. Pese a las manifestaciones y la exhibición de lazos amarillos, el separatismo ha sabido sacar mucho provecho a las penas de cárcel. Le ha permitido esconder su notorio fracaso bajo la alfombra del victimismo, enarbolando la bandera demagógica de los "presos políticos". Ha limitado la asunción de responsabilidades a una tímida autocrítica sobre el fiasco de la DUI, que fue cortada de raíz por la republicana Marta Rovira con la delirante acusación de que el Gobierno español amenazaba con "muertos en las calles".
La privación de libertad ha escondido también la durísima fractura entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, cuya estrambótica decisión de huir a Bruselas se convirtió, tras la entrada del 'exvicepresident' en Estremera, en una 'jugada maestra' para su parroquia más crédula. La cárcel tiene un coste personal durísimo, indeseable para cualquiera, pero les ha ido muy bien para tapar el enfrentamiento de ERC con la lista del 'expresident' y la irrelevancia absoluta del PDECat.
Se esperaba que este viernes el Tribunal Supremo revisara la medida de prisión impuesta por la Audiencia Nacional. Los acusados habían pedido declarar nuevamente ante el juez Pablo Llarena, que se ha hecho cargo de toda la causa contra el Govern cesado y 'los Jordis'. Pero no será hasta el lunes cuando sabremos si salen en libertad con medidas cautelares. Aunque Junqueras y Raül Romeva en sus comparecencias no han querido responder a las preguntas de la Fiscalía (¿acaso buscan seguir en la cárcel?), todos han aceptado el diálogo dentro de la Constitución y acatado la aplicación del artículo 155. Es probable que se revoque la prisión incondicional, sobre todo teniendo en cuenta que, a excepción de Jordi Cuixart y Meritxell Borràs, el resto son candidatos a las elecciones del 21-D.
Discurso lacrimógeno
Este previsible cambio de escenario, con todos ellos haciendo campaña (y Puigdemont junto a los 'exconsellers' prófugos participando como ya hacen a través de videoconferencias), será positivo en cualquier caso. Las candidaturas independentistas tendrán que salir del discurso lacrimógeno y aclarar qué piensan proponer para la nueva etapa. Veremos si renuncian de verdad a la vía unilateral o siguen jugando con las palabras y los equívocos. Como la independencia se ha quedado sin plazos, buscarán ahora movilizar a los suyos con la promesa surrealista de 'hacer República'.
Es de imaginar que los candidatos contrarios a la secesión (Cs, PSC, PP y CeC) sabrán durante la campaña exigir a Junqueras explicaciones sobre el enorme daño que ha causado el 'procés' a la economía catalana. El líder republicano es especialista en irse de rositas. Hasta ahora su estancia en la cárcel le eximía, pero a partir del lunes ya no. Y a Romeva, otro que ha vendido mucho humo a cuenta de la mediación y el reconocimiento internacional, tampoco. Tras su libertad, será el momento de exigirles responsabilidades.
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