Salud y medioambiente en Barcelona

Podemos salvar vidas

Reducir el 5% de los principales elementos contaminantes evitaría la muerte de 60 personas al año

nualart-30-11-2017

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JANET SANZ / GEMMA TARAFA

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Barcelona siempre ha sido una ciudad luchadora, una ciudad inconformista que aspira a superarse constantemente. Una ciudad que quiere vivir mejor y de una manera más justa; lo ha demostrado en muchas ocasiones. Al ser una ciudad compleja, no todos los retos se han asumido con el mismo ritmo y en ocasiones las administraciones no han escuchado lo suficiente las demandas ciudadanas.

A nuestro entender uno de los retos que no ha sido suficientemente destacado hasta los últimos años han sido las políticas que benefician a la salud, no ya la atención sanitaria (esta también insuficientemente dotada), sino las políticas públicas que favorecen aquellas condiciones de vida que promocionan la salud y disminuyen la enfermedad y hacen posible que la ciudadanía tenga una salud que permita disfrutar de una buena calidad de vida.

Entre las nuevas políticas de salud pública en Barcelona cabe destacar aquellas vinculadas con el modelo urbano y en particular con la contaminación. Una ciudad más agradable para caminar o para desplazarse en bicicleta, por ejemplo, es una ciudad que ayuda a poner freno a la epidemia de obesidad y sus impactos sobre la salud. Una ciudad más silenciosa disminuye el estrés y la irritabilidad, mejora la salud mental y facilita el descanso con una mejor calidad del sueño, etc.

Pero si tenemos que destacar un factor con especial impacto directo sobre la salud, la prioridad no puede ser otra que la lucha contra la contaminación atmosférica. Afrontar este tema de manera prioritaria es ya un clamor entre las personas que viven en la ciudad. Por suerte tenemos grupos de investigación de primer nivel que han estudiado el problema en profundidad,. Sabemos, por ejemplo, que este 'asesino invisible' produce cientos de muertes prematuras al año en Barcelona, o que influye negativamente en el desarrollo cognitivo de los niños , acentúa los problemas respiratorios y puede generar cánceres y enfermedades cardiovasculares. Sabemos también que afecta especialmente a colectivos vulnerables como niños y niñas y amplios segmentos de la gente mayor.

Sabiendo el nivel del problema, no actuar de manera decidida no es una opción y por eso ya estamos desplegando un conjunto de medidas estructurales para atacar la cuestión desde la raíz (más transporte público, más bicicletas, más zonas pacificadas, mejor distribución de mercancía, etc.). Después de un año de trabajo intenso estos días hemos presentado la Zona de Bajas Emisiones del ámbito de la ronda de Barcelona, que es un área –que cubre toda la ciudad y parcialmente los cuatro municipios del entorno– donde los vehículos más contaminantes no podrán circular. Empezamos su aplicación de forma inmediata, a partir del 1 de diciembre, adaptándola a los episodios de más alta contaminación por NO2 los días laborables –de lunes a viernes–, de 7 a 20 horas, a los turismos de gasolina anteriores al año 2000, los turismos diésel anteriores al 2006 y a las furgonetas anteriores a 1994. Y lo hacemos aportando alternativas al transporte en vehículo privado: reforzando el transporte público, con una tarifa específica y reducida para los días de episodio, y una tarjeta que permite sustituir los vehículos más contaminantes por tres años de transporte público gratuito. Es una medida innovadora en la ciudad, que no en el resto de Europa, donde ya se aplica en diferentes versiones en más de 230 ciudades.

Esfuerzo compartido

Las restricciones que ahora son puntuales para los días de más alta contaminación irán evolucionando los próximos años y serán permanentes a partir del 2020. Supondrá un esfuerzo tanto para la Administración –que deberá seguir reforzando alternativas de movilidad– como para los ciudadanos, pero es en el ámbito de las medidas estructurales donde hay más a ganar. Según datos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, una reducción media anual de un 5% en la concentración de los principales contaminantes atmosféricos evitaría cada año la muerte de más de 60 personas. O reducir la contaminación por PM2,5 por debajo de la recomendación de la OMS ahorraría a más de mil personas cada año un cuadro respiratorio que los llevaría a urgencias.

Empezamos pues un camino con las Zonas de Bajas Emisiones que nos debe ayudar a luchar contra la contaminación y mejorar la salud de la ciudadanía. Sabemos que es un cambio y un reto, pero también somos conscientes de que contamos con una ciudadanía implicada y preocupada por la problemática, y que cuando Barcelona decide trabajar unida, no hay quien la detenga