Tras el 'procés'
Perdidos en el laberinto
Estado autonómico, federal o independencia son opciones legítimas, pero desde los pedestales de la visión única solo son islotes que nos aíslan unos de otros
Demasiada vileza acumulada. Desde la alargada y pesada sombra de una corrupción de décadas de la que ya casi nunca hablamos hasta el quebranto de todas las leyes, también las propias, los pasados 6 y 7 de septiembre, hasta la desvergüenza de admitir ahora lo que ya advertían tantos que han sido castigados al rincón de los traidores.
Cinco largos años de pulso entre un PP inútil y un procés desembocaron en una DUI de la que ahora se reniega más que se aplaude. Quizá sus adalides fueron prisioneros de sus promesas o sus dependencias, quizá todo fue una provocación y se buscaba incitar el artículo 155. Siempre, debieron de pensar, nos quedará el victimismo. Alimentado generosamente por un gobierno central que se ha negado a dialogar, por una violencia policial inadmisible y por una fiscalía y una jueza que ansiaban clavar la bandera en el fortín ocupado.
Buena parte de catalanes se sienten humillados por el desprecio de un PP que ha hecho de la confrontación un modus vivendi. Buena parte de catalanes se sienten heridos por un procés que siguió adelante con una farsa que ha supuesto un quebranto para la convivencia y la economía.
Y ahora, llega el momento de decidir qué queremos. ¿Seguimos avivando lo que nos diferencia? ¿Buscamos la rendición del contrario? ¿Exigimos flagelaciones públicas? Si después del agotador laberinto del procés queremos seguir perdidos, podemos continuar prisioneros de nuestras debilidades. Unos, en la falsedad. Otros, en el rencor. Pero la parálisis únicamente servirá para deteriorar la expectativa de un futuro pacífico y próspero.
Necesitamos una o mil causas que nos permitan volver a sentirnos unidos en un propósito que busque el beneficio de todos. Necesitamos unos objetivos que vayan más allá de las banderas. Y, por supuesto, tenemos que hablar. Un debate sereno y racional sobre el modelo de España y el encaje de Catalunya. Estado autonómico, federal o independencia son opciones legítimas, pero desde los pedestales de la visión única solo son islotes que nos aíslan unos de otros.
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