Modelo de ciudad
Pilar, la quiosquera
Que no nos atrape la nostalgia, si es necesario buscar nuevos referentes, hagámoslo, pero no dejemos que la vida de barrio desaparezca sin remedio
Núria Iceta
Editora de 'L'Avenç'
NÚRIA ICETA
El viernes pasado cerró mi quiosquera de cabecera, Pilar. Hacía meses que tenía el quiosco en traspaso porque se quería jubilar, pero al no encontrar a nadie que le diera el relevo ha decidido irse de vacaciones... y no volver. No es el primer quiosco que cierra en Barcelona (mirad a vuestro alrededor) y seguramente no será el último. Es evidente que el modelo de venta de prensa ha cambiado radicalmente en los últimos años y mientras se consolidan nuevos modelos, el espectáculo de los quioscos cerrados con publicidades caducadas y portadas descoloridas esperando que una grúa los retire deprime un poco.
Pilar era el punto de encuentro del barrio. Nada de lo que pasa no se le escapaba desde su atalaya de la esquina de Passeig de Sant Joan / Ausiàs Marc. En más de 10 años ha visto cómo cambiaba vertiginosamente el comercio de su alrededor: la orientalización, el florecimiento de cafeterías 'trendy', la configuración del triángulo freak. Su oficina no era el minúsculo parapeto de papel; constantemente la veías arriba y abajo por la calle, acercándote el diario antes no llegaras a puerto, o deshaciéndose de las toneladas de papel y plástico que genera el 'packaging'.
Peluca azulgrana
Si ganaba el Barça en un partido importante no fallaba la peluca azulgrana; si venía un Barça-Madrid, la porra, que ahí es nada lo que recaudaba; si había 'movida' en el paseo de Lluís Companys, expectativas de venta a tope "'jo, teta, el que vull és treballar'"; ojo clínico finísimo para detectar la cubierta de 'L’Avenç' que creía que venderíamos bien, y que tenía siempre en primera fila para contentarnos.
Pilar ha criado cinco hijos ella sola después de quedarse viuda, y seguro que ha tenido sus más y sus menos, pero se pueden contar con los dedos los días que te has encontrado la persiana bajada. Nuevos tiempos, de acuerdo, ya nos acostumbraremos. La quiosquera, la farmacéutica, el panadero, la pescadera, el carnicero..., todos estos nombres que conjugábamos en singular ahora se han diluido. Que no nos atrape la nostalgia, si es necesario buscar nuevos referentes, hagámoslo, pero no dejemos que la vida de barrio desaparezca sin remedio.
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