Dos miradas

El sonido de esa Olivetti

Su batalla es diaria, no solo contra el complicado ejercicio de combinar palabras sino a favor de la posibilidad de decir solamente lo justo

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JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hay escritores que con un solo libro pasan a la historia de la literatura. Luego, se sumergen en el silencio. Sostienen que ya no tienen necesidad de añadir nada más o que han quedado exhaustos con la exhumación de sus fantasmas. Luego, se dedican a dar clases o asisten a congresos. Los hay que escriben mucho y siempre escriben el mismo libro, la continuidad del parque de su universo literario. Y los hay, como Espinàs, que siempre están al acecho, que no confían sino en la regularidad, en la tozudez, en la insistencia. 

A sus 90 años y después de una infinidad de libros -que escribe, retoca, pule y corrige cuando pasa unos días en el hotel Almadrava, de Roses- sigue en la brecha. Agazapado entre la maleza u observando lo que pasa desde un promontorio. Con todo los respetos, Espinàs es como un soldado. Su batalla es diaria, no solo contra el complicado ejercicio de combinar palabras sino a favor de la posibilidad de decir solamente lo justo. Me contaba hace años que su editora, Isabel Martí, siempre le formulaba la misma pregunta: «'Cal?'». ¿Es necesario? Es decir, ¿puede escribirse de una manera más sencilla? El sonido de esa Olivetti que se ve al fondo es la música de la persistencia y de la simplicidad. Los 90 años del señor Espinàs son ejemplo y faro. Siempre al pie del cañón. Para disparar sin descanso la mirada aguda de la inteligencia.