Abertis y el fantasma de Cristina Fernández de Kirchner
Jesús Rivasés
Periodista
La batalla por el control de Abertis es también la síntesis de toda una época económica y política. Afecta a bancos, constructoras, grandes grupos inversores, familias poderosas y a un par de Gobiernos amigos, pero con cuentas pendientes. Atlantia, la compañía italiana de la familia Benneton, quiere controlar Abertis y lanzó una opa al precio de 16,5 euros por acción. Criteria, el principal accionista de Abertis, con un 22,3%, cree que es poco y, además, encuentra más inconvenientes en la operación. Nadie olvida que en el 2006 Abertis intentó comprar Atlantia y que el proyecto -el Gobierno italiano lo torpedeó- no salió adelante.
Abertis, presidida por Salvador Alemany, participada por Criteria y, en último extremo, por la Fundación La Caixa, que preside Isidre Fainé, es una joya del mercado con dividendos sustanciosos y regulares. Las complejidades de la cada vez más exigente normativa del sistema financiero europeo explican que para el grupo que controla CaixaBank, la venta de Abertis -o parte- mejore sus ratios, lo que justificaría la operación. Sin embargo, los italianos de Atlantia no parecen ser el comprador que más agrada en esta orilla del Mediterráneo, en donde pocos -hay precedentes- se fían de los transalpinos.
Abertis, más allá de los italianos, tiene novios abundantes. Hace meses que los bancos de inversión animan a grandes empresas españolas a pujar por Abertis. AENA, la compañía que preside José Manuel Vargas, protagonista de un éxito bursátil espectacular, puso sus ojos y sus números en ella. AENA, sin embargo, todavía tiene mayoría pública, y el Gobierno de Rajoy -por temas de competencia- ha dicho que se olviden del proyecto, lo que abre las puertas a otras ofertas como la posible de ACS, el grupo que preside Florentino Pérez, en colaboración con más socios, o alguna otra en gestación, que mejore la de los italianos.
La posición del Gobierno es clara, pero está atrapado por su propio pasado. En su primera legislatura pudo privatizar de verdad AENA, pero el equipo no liberal de Rajoy -la mayoría en el Consejo de Ministros- lo impidió. Ahora, en el futuro de Abertis, el veto gubernamental a AENA no es más que una anécdota, pero deja al gestor aeroportuario en un limbo que lastra su porvenir. Además, con el mapa político actual, una privatización es casi imposible. El PSOE, en su versión más izquierdista no quiere ni oír hablar del asunto, y Podemos, en este campo, sueña con revivir el fantasma de Cristina Fernández de Kirchner, que sacó a la calle a la gente para exigir la expropiación de YPF a Repsol, sin que haya beneficiado a los argentinos porque, por ejemplo, la YPF renacionalizada perdió 1.500 millones de euros en el 2016.
La batalla por Abertis solo acaba de empezar. Atlantia asestó el primer golpe, la OPA, pero no es fácil que gane, porque avanza la idea -aunque no sea muy liberal- de que una empresa como Abertis no debe ser italiana y que puede ser un gran negocio para grupos españoles, mientras el fantasma kirchneriano, Lacan incluido, sigue ahí.
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