ANÁLISIS

Una 'lady' y una pedigüeña

Theresa May.

Theresa May. / periodico

ROSA MASSAGUÉ

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En apenas un año Theresa May ha demostrado cuán equivocados estaban quienes habían visto en ella una reedición de Margaret Thatcher. La ‘dama de hierro’, acuñó una frase que ha pasado al lenguaje político británico por derecho propio: ‘The lady’s not for turning’, la señora no estaba dispuesta a dar media vuelta que es lo que toda la prensa, la oposición y muchos en su partido le pedían en 1980 cuando hacía poco más de un año de su primera victoria electoral. La dureza de las medidas que proponía para sacar al Reino Unido de la profunda crisis industrial en la que estaba sumergido y la rigidez con que las defendía eran motivo de alarma. Pero aquella ‘lady’ nunca se dejó amilanar y mantuvo firme el rumbo que se había propuesto. Ni media vuelta ni retroceso.

Todo lo contrario de lo que ha hecho May en muy poco tiempo. Mientras fue ministra de Interior en el Gabinete de un superficial y frívolo David Cameron, era partidaria de que el Reino Unido permaneciera en la UE. Durante la campaña del ‘brexit’ supo ponerse de perfil con la vista puesta en un hipotético futuro que se hizo realidad con el fracaso del primer ministro en el referéndum sobre la UE. Y de la noche a la mañana May pasó a defender con un lenguaje de gran dureza la salida del Reino Unido de la Unión. Thatcher había sido muy crítica con el funcionamiento del entonces Mercado Común y nunca había dejado de exigir y protestar, pero sabía que para el Reino Unido era mucho mejor estar dentro que fuera.

Las promesas electorales, una vez ganadas las elecciones, se las acostumbra a llevar el viento. En el caso de May, no hizo falta llegar a la cita electoral para que tuviera que retirar varios de los compromisos contenidos en su programa electoral. Su mal calculada apuesta por unas elecciones el pasado 8 de junio que le dieran la legitimidad de las urnas de la que carecía resultó ser un fiasco. Perder la mayoría absoluta de la que los ‘tories’ disfrutaban y tener que buscar el apoyo para gobernar del partido más recalcitrante del Reino Unido, el norirlandés DUP --que ha sabido exprimir bien a Londres--, es una muestra de que algo no funciona en la estrategia política de May.

BATIBURRILLO POLÍTICO

En este batiburrillo político en que se ha convertido Downing Street solo faltaba la invitación al Partido Laborista para que contribuya con ideas a mejorar las políticas que se deciden en el Parlamento sobre el futuro Reino Unido post-‘brexit’. Disfrazar esta petición a una formación que hasta anteayer era tildada de hacer apología del terrorismo y de otras lindezas parecidas diciendo que refleja la voluntad de los votantes, no esconde la desesperación de May tras un solo año en el Gobierno. A Thatcher, el papel de pedigüeña nunca le fue.

En realidad, el mayor problema que tiene la primera ministra es el desconocimiento de muchas cuestiones, empezando por las económicas. Su paso por Interior con una línea de mano dura fue muy apreciada por los sectores más conservadores. Era y es una cartera difícil, y May dominaba las cuestiones de su competencia con un equipo ministerial creado a su medida. Hoy este equipo que tiene sus mismas virtudes y defectos es el que la asesora en Downing Street cuando lo lógico hubiera sido rodearse de verdaderos expertos. El resultado negativo a la vista está. Y poner al frente de Exteriores a un personaje tan chabacano como Boris Johnson, que ayer mismo se permitía desde el Parlamento mandar a la UE “a tomar viento”, demuestra la falta de criterio de la líder ‘tory’.

Thatcher y May no tienen nada que ver más allá de ser mujeres, del Partido Conservador y las únicas primeras ministras que ha tenido el Reino Unido. A la hija del tendero que era Thatcher, por ejemplo, le parecería un despilfarro y una extravagancia la colección de vistosos zapatos de la hija de un clérigo anglicano que hoy ocupa el 10 de Downing Street.