PEQUEÑO OBSERVATORIO
Con el acento como carnet de identidad
La fonética castellana es contundente; la catalana, en cambio, modula sueños neutros, matizados
Josep Maria Espinàs
Periodista y escritor
JOSEP MARIA ESPINÀS
Seguramente no eran graves, pero debo de haber cometido algunos errores a lo largo de mi vida. Pienso especialmente en la juventud, en la época en que hay que elegir entre varias opciones. En cualquier caso, oso decir que no he elegido ser escritor, sencillamente me he encontrado siéndolo. Pero tengo conciencia de un error: no haber aprendido a fondo algunos idiomas.
Tengo facilidad. Lo he comprobado cuando he viajado a Francia, a Inglaterra, a Alemania… He sido un notable engañador lingüístico, por decirlo así. He tenido una innata capacidad para dominar diversos acentos. Recuerdo que en un viaje a pie por Galicia me senté en un banco en el que dos mujeres estaban hablando en gallego y me añadí a la conversación. Tardaron un poco a descubrir que yo no era gallego. No sé qué frase me traicionó.
A LA COLA EN INGLÉS
Dice María Jesús Ibáñez que los universitarios tendrán cuatro años más para dominar el inglés. Inquieta la posibilidad de que el año que viene no hubieran sido capaces de llegar al nivel exigido de inglés nivel exigido de inglés, francés o alemán. "La escuela española continúa anclada, pese a las tímidas mejoras de los últimos años, a la cola de Europa en el aprendizaje de inglés".
En los últimos años de bachillerato, los escolapios nos hicieron leer, para estar al día, los manuales de francés Perrier. También contrataron a un alemán, que no era profesor, quizá por piedad. Al cabo de una semana, el alemán desapareció para ir a la guerra.
SUEÑOS Y MÁSCARAS
Reconozco que tengo cierta facilidad para capturar acentos, y las pocas cosas que puedo decir suenan bien. Y ahora asisto a una revolución lingüística. Veo a algunos chicos, parientes o hijos de amigos que han ido a trabajar a Inglaterra y han vuelto hablando francés o inglés con una naturalidad que admiro. La fonética castellana es contundente. Como la italiana. La catalana, en cambio, modula sueños neutros, matizados. El acento puede ser una forma de identidad. Pero también una máscara.
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