Ectoplasmas

Club de lectura de niños de 11 años en la librería La Caixa d'Eines. / ELISENDA PONS

Óscar López
Óscar LópezÓscar López
ÓSCAR LÓPEZ
Acostumbro a ser crítico con las decisiones que suelen tomarse desde las diversas Administraciones Públicas en relación a los libros y la lectura. Pero será porque las vacaciones estén al caer y esta es la última columna antes de disfrutarlas, que hoy me siento optimista ante lo que ocurrió hace unos días en Santiago de Compostela. Allí se celebró el décimo Encuentro de clubs de lectura de Galicia organizado por la Conselleria de Educación de la Xunta.
Para que me entiendan y de manera resumida les cuento que hay 243 centros públicos que matriculan alumnado de ESO, bachillerato, formación profesional, enseñanzas de adultos o enseñanzas de régimen especial, que tienen un club de lectura vinculado siempre a la biblioteca escolar. De hecho es habitual que la mayoría de estos centros cuenten con más de un grupo de lectura. Y como nos gustan las cifras, anoten que se mueven unos 11.000 lectores alrededor de esta iniciativa, entre alumnos, profesores, familias y personal no docente.
{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Los clubs de lectura escolares de Galicia son un modelo a imitar","text":null}}Pero ¿saben lo más sorprendente de todo? Que estos grupos se reúnen en los recreos o en la jornada extraescolar. Vamos, que el niño no se apunta para saltarse las clases de matemáticas. Pues bien, cada año ese profesorado participa en un congreso para reflexionar sobre todo lo que tiene que ver con adolescentes y libros, pero en esta ocasión celebraron el décimo aniversario invitando a cerca de mil jóvenes lectores pertenecientes a esos clubs de lectura para que compartieran sus experiencias. Y allí que fueron, al Palacio de Congresos de Santiago, el pasado sábado 17 de junio, llegados en autocar desde toda Galicia.
Y sí, eran adolescentes que tienen móvil, que también leen manga, juegan a la Play y son los amos de las redes sociales. Hacen todo eso y además leen, y fueron capaces de juntarse en fin de semana para compartir esa pasión. Eran muchos, pero podrían ser muchos más. Solo hace falta que seamos capaces de copiar lo que otros hacen bien, que nos dejemos de quejas, de crear estereotipos juveniles, y vayamos a una en esto de la lectura o de lo contrario, en un futuro que ya es casi presente, más que lectores tendremos ectoplasmas.
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