Desahucios e infancia: ¿quién asume los costes sociales y emocionales?

A veces la angustia por el riesgo de perder el hogar puede durar años de tensiones que los padres transmiten a sus hijos

Manifestación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Valencia después del fallo del Tribunal de la UE sobre los desahucios, en el 2013.

Manifestación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Valencia después del fallo del Tribunal de la UE sobre los desahucios, en el 2013. / periodico

SIRA VILARDELL

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Es difícil olvidar la expresión de un/a niño/a o un/a joven que ha perdido su casa, como lo es explicarle por qué ha sucedido tal cosa. Por qué aquel espacio propio de referencia, seguridad y construcción de aprendizajes e identidad, de repente ya no existe. ¿Cómo explicarle a un/a menor que se priorizan los intereses y beneficios bancarios o particulares antes que la protección del derecho a la vivienda, a pesar de ser un derecho fundamental reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos? ¿Cómo transmitirle que el contexto en que deberá vivir será de creciente desprotección e inseguridad en una sociedad que normaliza peligrosamente la vulneración sistemática de derechos? Y lo más importante: ¿cómo asegurar la protección de los derechos de la infancia y evitar que los efectos de una vivencia tan traumática deriven en factores de exclusión social añadidos que determinen su vida?

 La crudeza de los desahucios no nos resulta desconocida. Demasiado a menudo vemos a familias expulsadas de su hogar sin alternativa y le ponemos rostro a la extrema vulnerabilidad. Pero la vivencia y los efectos de esa realidad en la infancia y en la adolescencia es una segunda parte del drama que escapa a las imágenes que nos suelen llegar. Es la cara más inocente y más vulnerable, pero cuesta encontrar datos del impacto social y emocional de un desahucio en los hijos de las familias afectadas.

Los efectos de un desahucio no empiezan en el momento en que la familia pierde su casa; el proceso empieza mucho antes. En ocasiones la angustia por el riesgo de perder el hogar puede durar años de tensiones y conflictos que padres y madres transmiten a sus hijos e hijas. Vivencias y sentimientos de inseguridad e inestabilidad en un momento de desarrollo cognitivo, emocional y social que determinan e influyen en dicho desarrollo.

La depresión y la ansiedad son dos de las patologías más comunes en los menores de familias que han sufrido un desahucio, pero los impactos pueden llegar a tener una dimensión mucho más amplia. En términos de salud y bienestar presente, pero también de rendimiento y expectativas de futuro: baja autoestima, dificultades en establecer relaciones, desmotivación y rechazo social, pérdida de interés en el aprendizaje, fracaso escolar, adicciones, conductas autodestructivas... 

EFECTOS DEVASTADORES 

Hay expertos que aseguran que un desahucio en la infancia puede tener un impacto similar a un accidente de tráfico o una catástrofe natural, y a pesar de conocer sus efectos psicológicos devastadores no se garantiza un acompañamiento psicológico y social durante el proceso. Por ello cabe reclamar medidas de protección específicas que garanticen los derechos de los/as menores y aseguren su bienestar, acompañadas forzosamente de la debida protección a sus progenitores para que las medidas no sean puramente paliativas. Las políticas preventivas deben empezar por garantizar la subsistencia mediante unos ingresos mínimos a todas las familias.