¿Uberización o teslarización?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
El pasado 10 de abril, el valor bursátil de la compañía Tesla -especializada en coches eléctricos- superó durante unos minutos al de General Motors y al de Ford. El hecho ha pasado algo desapercibida en esta España ensimismada que vive ajena a los grandes fenómenos económicos del momento, atrapada entre los efectos nefastos de la devaluación interna de los salarios y el nuevo hinchazón de lo que será la próxima burbuja inmobiliaria. Pero en el mundo desarrollado el posible sorpaso de Tesla a los gigantes clásicos del automóvil causa auténtica sensación. Y no hay para menos. El nuevo Henry Ford, el disruptivo Elon Musk ha conseguido 400.000 pedidos de su nuevo Model 3 y ha vendido el 5% del capital al fondo chino Tencent Holdings por 1700 millones de euros. En el debe se situó este viernes el anuncio de que deberá revisar 53.000 unidades por un defecto en el freno de mano.
Lo curioso es que la opinión pública y publicada haya decidido convertir a Uber en el icono de la economía resultante de la disrupción digital. Mientras los resultados de Tesla son tangibles, los de Uber siguen en el ámbito de las expectativas en el que es más fácil la demonización. De Uber interesa destacar su vertiente estraperlista, porque usa la tecnología para burlar -y poner en evidencia- algunas contradicciones del sistema económico y legal. Y esa mancha se utiliza para emborronar al conjunto de la mentalidad digital, tomando la parte por el todo. De manera que "uberización" es sinónimo de precarización, alegalidad y elusión fiscal. Los instalados en ciertos monopolios nacidos de las páginas del BOE no se atreven con Tesla. La compañía de Musk ha surgido del inmovilismo de la industria tradicional del automóvil que ha tardado décadas en darse cuenta de la tendencia imparable de los consumidores hacia los productos mediambientalmente sostenibles. Tesla es el resultado de un trabajo visionario, no de una trampa legal. Tesla es el resultado de una nueva mentalidad, la digital, que implica llamar a revisión a los modelos defectuosos sin arrastrarse por los tribunales ganando un tiempo precioso para los consumidores. La nueva economía cambia de mentalidad no de tecnología. Eso es la "teslarización".
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