Polémica ciudadana

El tranvía, una mirada abierta

Barcelona necesita cambiar radicalmente el modelo de movilidad y apostar por el transporte sobre raíles

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LLUÍS INGLADA

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Mientras en Barcelona debatimos la oportunidad o no de seguir apostando por el tranvía, en media Europa este es un debate superado y en todo caso la discusión radica en qué modelo adoptar. Hoy, la principal referencia es el modelo francés, basado en una nueva red de tranvías con objetivos que van más allá del propio servicio de transporte de gran capacidad y que persiguen la plena integración urbana, transformar los espacios que atraviesa y coser barrios segregados. Por otro lado, encontramos los modelos de Europa central y del este, donde el tranvía no llegó a desaparecer y las viejas líneas se han ido adaptando a los cambios de la ciudad.

El tranvía es un gran ejemplo de cómo cambia la historia. Curiosamente, este modelo de transporte fue borrado en los años 70 de las calles de muchas ciudades occidentales por la popularización del coche, y ahora el mismo medio se presenta como la gran apuesta por la movilidad y como revulsivo para sustituir definitivamente el vehículo particular en los centros urbanos.

CAMBIO DE TENDENCIA

El éxito conseguido por el tranvía supone un cambio de tendencia, y hoy ya hay más de 300 ciudades con red de este transporte en Europa, a las que en los próximos cinco años se añadirán una veintena más. Solo hace falta tener presente su éxito en ciudades como Burdeos, Lyón, París, Rotterdam, Viena, Zaragoza, Sídney, Berlín o Florencia para poder visualizar que estas urbes (algunas tan densas como Barcelona) han hecho del tranvía un instrumento para ofrecer una movilidad universal, mejorar la calidad del aire y humanizar la ciudad, todo ello adaptándose a los diferentes paisajes y situaciones (incluso en los centros de las ciudades).

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Paralelamente a la extensión del tranvía, estamos viendo su evolución tecnológica (eliminación de catenaria, mejoras en la eficiencia energética, excelencia en la ergonomía y el confort…) y la aparición de nuevos formatos, como es el caso del tren-tram, un modelo de transporte suburbano que combina las ventajas de los nuevos tranvías urbanos (transporte integrado y de proximidad) y el aprovechamiento de las redes ferroviarias (velocidad y capacidad para recorrer grandes distancias y mejorar la accesibilidad a las grandes capitales regionales). Actualmente hay una cuarentena de sistemas tren-tram en sitios como Karlsruhe, Manchester o Randstad. 

INCERTIDUMBRES Y RIESGOS

Barcelona necesita cambiar radicalmente el modelo de movilidad, los tranvías que ya tenemos requieren conectarse y, finalmente, la Diagonal pide completar su reforma (la buena actuación hecha entre Francesc Macià y el paseo de Gràcia lo avala). Se comprende, aun así, que haya incertidumbres e incluso se entrevean riesgos, pero hay una duda por encima de todos ellos: dilucidar si nos enfrentamos a un debate técnico –y, por tanto, podemos encontrar soluciones– o bien a un debate sobre el modelo de ciudad, es decir, político y que, por tanto, exige un pacto sobre objetivos para, acto seguido, consensuar el proyecto que nos conduzca a ese modelo… ¿sobre ruedas de hierro o de caucho?