El Barça se pone indómito y rockero

Con este 3-4-3 estresante vamos a ver cosas impresionantes. El vértigo se cierne sobre el final de Liga

Neymar elude la entrada de Enzo Pérez y se escapa en una jugada que no acabó en gol por poco.

Neymar elude la entrada de Enzo Pérez y se escapa en una jugada que no acabó en gol por poco. / periodico

Eloy Carrasco

Eloy Carrasco

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Salió el Barça con la alineación de la remontada, el 3-4-3 de la remontada y el sindiós de la remontada, y al final ganó un partido chillón de la misma manera que lo pudo empatar o hasta perder: en medio de un tráfico atolondrado, de un vaivén sin control que viene muy bien en las situaciones desesperadas pero que para la vida cotidiana resulta demasiado estresante.

El equipo sigue en la pelea por la Liga, aunque, si esto va a ser así siempre, preparémonos, porque veremos cosas impresionantes. Por ejemplo, un gol de André Gomes, el primero que marca como azulgrana. No lo celebró y en un primer instante pudo parecer que el hombre es así de frío, pero no, la sobriedad se debió a esa extraña cortesía que corre entre los profesionales del "respeto a la antigua afición", gentileza que también ejerció Munir cuando batió a Ter Stegen.

HOMENAJE A CHUCK BERRY

Tal vez el ritmo del partido fuese un homenaje involuntario y póstumo a Chuck Berry, el artista que inventó el rock and roll, lo cual viene a significar que a su manera se inventó la vida a partir de la segunda mitad del siglo XX. Se diría que Luis Enrique es fiel a esas enseñanzas rockeras, con sus rebeldías, su aire indómito y el apéndice punk de sus rifirrafes en la sala de prensa (ahora felizmente aletargados).

El caso es que el entrenador lo advirtió el sábado: aquí habrá que luchar hasta el final porque el título no se decidirá hasta las últimas jornadas. Ahora quedan diez, y el Barça de Luis Enrique se ha propuesto mantener a su afición clavada en el asiento, ya sea en el Camp Nou, en casa o en los bares. La emoción del 3-4-3 garantiza incertidumbre, vértigo, con el equipo desbocado hacia el gol sin prestar atención al retrovisor. Solo así se explica el tanto del 2-2, o que Piqué tuviera que emplear sus mejores artes para impedir una cita cara a cara de Munir con Ter Stegen cuando el Valencia ya estaba con 10. Conceder un contrataque tan claro a un rival en inferioridad da que pensar.

PUÑOS QUE NO SON MALOS

A la vista de tantas imprudencias, el culé más aprensivo seguramente ha empezado a preguntarse cómo demonios va a sobrevivir el Barça ante la Juventus, que viene a ser un Atlético de Madrid en la fase defensiva pero con la dentadura ofensiva mejor armada. O sea, una pesadilla. Acostumbrada a que el equipo posea siempre el gobierno del juego, la afición mira con suspicacia lo que se ha dado en llamar 'intercambio de golpes', a la lucha espada contra espada y sin escudo. En ese habitat, acostumbra a dar la sensación de que el Barça lleva las de perder, sobre todo cuando se las vea con el Madrid, o con la Juve. Pero si algo ofrece esta plantilla es un espíritu de rebelión muy rockero. Ya se levantó de la lona tras el traumático golpe de París. Además, andan por ahí Messi, Suárez y Neymar. Esos puños no son malos.