Legislatura encarrilada
A la vista de los varapalos al poder cuando se pone a prueba con un referéndum, Rajoy y Díaz huirán de riesgos innecesarios
Xavier Bru de Sala
Escritor y periodista.
XAVIER BRU DE SALA
Abarloado el PSOE al buque insignia del PP, autoamansado el PNV y reducido Podemos a válvula para aligerar la presión del malestar social, el único factor de desestabilización en el horizonte es Catalunya. De aquí la operación diálogo, capitaneada por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría con el delegado Millo de escudero. Se trata de una operación de larga duración, no de largo alcance. Una operación de desgaste, no de resolución y menos aún de integración. Una operación, en fin, inspirada en la famosa "conllevancia" orteguiana, que pretende dejar las cosas como están a base de procurar que persista el empate entre el voto independentista y la suma de todos los demás, si es posible con el primero a la baja.
Efeméride obliga, en estos días se ha hablado de la reforma de la Constitución. Como novedad se han perfilado los límites y condicionantes. Por el lado de los condicionantes, se precisa consenso entre los tres partidos constitucionalistas, que suman 254 diputados, más de los dos tercios del Congreso. Los demás están excluidos de entrada. En cuanto a los límites, se trataría de retoques y actualizaciones con acuerdo previo entre las fuerzas mencionadas, no de abrir el melón y a ver qué ocurre. La búsqueda de un nuevo consenso constitucional que incluya a Podemos y los nacionalismos queda descartada.
Dado que una maniobra política de este tipo no cambiaría los grandes parámetros de la arquitectura política española, la previsión más plausible es que la reforma no pase de serpiente de invierno. Si se emprendiera y se sometiera a referéndum, se correría el riesgo de que ganara el 'no', por supuesto que en Catalunya y en más de una gran ciudad, pero tal vez incluso en el conjunto de España. A la vista de los varapalos al poder cuando se pone a prueba con un referéndum, el pasado domingo en Italia sin ir más lejos, es obligado suponer que Mariano Rajoy y Susana Díaz huirán de riesgos innecesarios. En consecuencia, la reforma quedará como una excusa para levantar y confrontar banderas, producir controversias y distraer un poco el personal.
El día a día de la legislatura va de pactos, reparto de medallas y contraprestaciones, siempre bajo la batuta del PP. La sintonía de populares y socialistas es evidente y contradice los pronósticos sobre la imposibilidad de entente entre los dos grandes. Dado que siempre queda la alternativa de aprobar con C’s y PNV las iniciativas que erosionen demasiado el PSOE, no parece que, entre una opción y la otra, Rajoy vaya a sufrir muchos sobresaltos.
¿Y la cuestión catalana? Si falla la operación diálogo, que no pretende ir más allá de lo que queda dicho en el primer párrafo, o sea propiciar una tendencia a la baja del voto independentista, entraremos en una nueva etapa. Pero solo si falla. Hoy por hoy, se trata tan solo de actuar como lo haría un adulto con una criatura. Buenas palabras, vagas promesas y escasísimo contenido. A ver si basta. El riesgo es que las dos grandes corrientes de cambio catalanas, la nacional y la social, formen una sola. Pero si tal cosa es posible, parece que va para largo.
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