MIRADOR

Y el dinosaurio sigue allí

Desde el sábado desaparece definitivamente de la agenda política la posibilidad del referéndum acordado

Mariano Rajoy

Mariano Rajoy / periodico

MARINA LLANSANA

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El cuento más breve del mundo es, hoy, una metáfora reveladora: 'Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí'. El microrrelato de Augusto Monterroso retrata a la perfección el estupor de una gran parte de la sociedad española al despertarse este domingo. Después de 314 días de Gobierno en funciones, aprobando decretos sin control parlamentario, tras dos campañas electorales, de las tarjetas 'black', de Correa en el juzgado, de Barberá en el Senado, y de Pedro Sánchez en casa, todo sigue en el mismo lugar. Mariano Rajoy presidiendo la España de siempre con los mismos problemas de siempre y ofreciendo a los catalanes la receta de siempre: ofensiva judicial, ahogo financiero y rechazo total al referéndum.

Lo único que ha cambiado es que el dinosaurio ahora es mayor. El nuevo Gobierno español será más radical, más recentralizador y más alérgico a la diversidad que nunca porque ha ganado la idea de España más reaccionaria y anclada en el pasado. Con un PSOE deshecho y atado de pies y manos, sin poder hacer oposición, y Ciudadanos condicionando a Rajoy, todo hace prever que esta legislatura la ofensiva del Gobierno contra Catalunya será aún más beligerante.

Puede que Rajoy tenga problemas para aprobar los Presupuestos, pero para combatir la propuesta de referéndum catalán no tendrá ninguno, porque eso sí que tiene consenso en el Congreso y no abre ninguna grieta; cuando se trata de dejar votar a los catalanes, no es no. De hecho, la negativa es tan sólida que ha desencadenado la crisis institucional más grande que ha sufrido España en los últimos 40 años; hay que recordar que si Pedro Sánchez hubiese aceptado el referéndum catalán, ahora no sería un militante de base haciendo kilómetros, sino que llevaría siete meses siendo presidente de España.

Desde el sábado, pues, desaparece definitivamente de la agenda política la posibilidad del "referéndum acordado", ahora reducido a nada más que un oxímoron. Esto no coge por sorpresa al Govern de la Generalitat, que ya había previsto qué hacer si el Ejecutivo español no quería sentarse a pactar. En cambio, sí que coge con el paso cambiado a Podemos, porque hace saltar por los aires su propuesta de referéndum acordado sin que tenga pensada una alternativa, y deja en una situación complicada en Catalunya al equipo de Ada Colau, líder natural de este espacio.

Ante el cruce del referéndum, Colau solo puede elegir dos caminos: el del nuevo partido único formado por PP, C's y PSOE, que forman bloque para impedir votar a los catalanes, o bien la propuesta democrática que hace el Parlament de Catalunya para poder celebrar un referéndum dentro de 11 meses. Y no mojarse, ahora también es mojarse. Porque no sumarse a la mayoría parlamentaria catalana significa elegir la España dinosáurica. Pero con un problema añadido: el dinosaurio ahora es aún más envejecido, más rígido y más nostálgico. Y ha crecido tanto, que Colau y los suyos ya no pueden eludirlo porque no cabe bajo la alfombra.