Descuentos
En el comercio como en la política, ya nadie sabe qué valen las cosas ni para qué sirven muchos intermediarios
Manel Fuentes
Periodista
El 7 de septiembre de 2009 inició su andadura como director y presentador del programa 'El matí de Catalunya Ràdio'. Dos años después, en septiembre de 2011 comienza a presentar el espacio de entretenimiento 'Tu cara me suena', en Antena 3.
MANEL FUENTES
Amparados en la ley, los comercios ponen los carteles de descuentos o rebajas cuando les parece. Es casi imposible descubrir qué es lo que de verdad valen las cosas y ya nadie sabe cuándo empieza y cuándo termina la temporada de rebajas. O sea, que ya vivimos en las rebajas permanentes. Hay expertos en márketing que aseguran que estas políticas hacen que el consumo aumente a corto plazo, pero hay otros que aseguran que se cargan el estímulo pavloviano del cartel y que en breve nos mostraremos indiferentes ante él.
Si un milagro no lo remedia, es muy posible que en breve volvamos a ver como nuestros políticos (a los que ya no me atrevo a llamar representantes) cuelgan sus carteles en nuestras calles buscando triunfar en la próxima campaña navideña, y tal vez analizándolos a ellos podremos tener un banco de pruebas útil para anticipar lo que nos pasará con las tiendas convencionales, donde las contrapartidas están más definidas, todavía hay un cierto control y muchas marcas aún gozan de parte de nuestro entusiasmo.
Con tres elecciones en un año, lo lógico es pensar que los carteles y las promesas de los partidos no van a variar mucho. Y las caras, tras oír a Rajoy y a Sánchez, tampoco. Con lo que tal vez sí, tal vez haya una tendencia al alza de votantes insensibles hacia el cartel e incluso hacia la papeleta. Y tal vez, igual que pasa con las rebajas permanentes, el producto se vaya depreciando y depreciando, haciendo muy difícil que nunca vuelva a ser visto como al principio. Y tal vez haya gente cabreada por haber consumido ese producto antes, cuando era más caro y parecía tener unos valores superiores a los que se le ven ahora… Y si encima sobreabusamos del mecanismo, vamos enseñando las costuras y las imposturas, y el producto no termina de dar con lo que el consumidor espera (un Gobierno), entenderán que cada vez haya más gente que está hasta el gorro.
Relación valor-precio
Comportamientos como la colaboración ciudadana o la limitación al máximo del consumo están siendo tendencia. Ya nadie sabe qué valen las cosas, ni para qué sirven muchos intermediarios. Cuando el consumidor no encuentra relación entre el valor y el precio, el desinterés se pone en marcha de forma imparable. Y así, insensibles, vemos como las rebajas permanentes se imponen. Nos pasan por delante depreciando lo que una vez valoramos. Zapatos, camisetas, sanidades, enseñanzas, votaciones, promesas…
Pero que no cunda el desánimo. Como nos enseña José Manuel Soria, hay futuro al margen de la democracia. De dimitir como ministro, a representarnos en el Banco Mundial. Sí, señor. Y es que es también gracias a gente como él, que se mueve bien en los paraísos fiscales, que la economía y nuestros servicios están de rebajas permanentes… Y nuestra política, también.
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