Editoriales

Una solución colectiva al 'top manta'

Las iniciativas contra la venta ilegal deben contar con la colaboración de todas las administraciones públicas

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En los municipios turísticos el fenómeno de la venta ambulante irregular, el 'top manta', alcanza en los meses de verano su máximo desarrollo al amparo del buen tiempo y de la mayor afluencia de presuntos compradores que alargan en la calle sus jornadas de ocio vacacional. El debate sobre la actividad de los manteros sube lógicamente de intensidad en estas fechas y revela la dificultad de encontrar soluciones a un problema donde se cruzan cuestiones de ocupación de espacio urbano, competencia comercial desleal y el drama humano que acompaña a los vendedores callejeros.

Aunque el caso de los manteros de Barcelona ha concentrado la atención general durante estas últimas semanas, lo cierto es que el conflicto es propio de todas las grandes ciudades y, en España, muy especialmente de los municipios costeros del Mediterráneo que atraen a gran número de visitantes. En todos ellos el problema ha adquirido mayor o menor intensidad pero en ninguno de ellos se ha encontrado una solución que pudiera servir de ejemplo a seguir. Solo una cuestión ha quedado manifiestamente clara, aunque muchos aún no lo reconozcan: el simple acoso policial a los vendedores solo es un ineficaz parche para un problema que requiere una terapia de mayor calado y sobre todo de carácter más integral. Porque tampoco salen adelante las iniciativas emprendidas en el simple marco municipal. La facilidad con la que el vendedor puede trasladarse de una zona a otra convierten en inútiles esas fronteras administrativas.

La cuestión exige iniciativas más amplias y transversales en las que se coordinen las diversas administraciones públicas, la municipal evidentemente, pero también la autonómica y la estatal, así como instancias judiciales como las fiscalías. Solo con estrategias colectivas se podrá afrontar con mayores éxitos que hasta ahora la lucha contra las redes que hacen negocio de esta venta irregular. Pero también solo así, de forma coordinada, se podrán impulsar planes sociales que ofrezcan salidas laborales y de formación dignas a quienes ahora no encuentran más posibilidades de ganarse el sustento que extender su saco de mercancías en la calle. Estamos ante uno de esos conflictos que llegan para quedarse y al que hay que encontrar una respuesta consensuada y, sobre todo, solidaria con los más vulnerables.