MIRADOR
Gobierno de coalición, el cambio posible
Solo hay dos opciones tras el 26-J: un gobierno del PP en minoría o en coalición
Volver a las urnas sería un enorme disparate. El 26-J salió una mayoría minoritaria de centroderecha de 169 diputados frente a un bloque de izquierdas de 156. Esta vez no hay alternativa al PP. La operación de "gran centro" progresista que Pedro Sánchez y Albert Rivera firmaron en marzo suma ahora 13 diputados menos que el 20-D. Podemos y Ciudadanos se repelen con tanta fuerza como antes lo hacían populares y socialistas. Por eso tampoco es posible un pacto tripartito que, además, sería tildado de "gobierno de perdedores". Por otro lado, la deriva separatista del nacionalismo catalán lo convierte en un actor inútil para los pactos. En definitiva, solo hay dos opciones: un gobierno del PP en minoría o en coalición. Gustará o no, pero es así.
A Mariano Rajoy, claro vencedor, le corresponde tomar la iniciativa, ser generoso y concretar su oferta. Pero PSOE y C's no pueden huir de la responsabilidad, encerrándose en una negativa infantil o en un veto a la persona. No puede haber bloqueo por acción u omisión. Tampoco se puede propiciar, en el último minuto y de forma casi grotesca, un Ejecutivo muy débil apoyado solo por 137 diputados que caería a la primera de cambio. Al país le conviene estabilidad y un gobierno de coalición. Es una experiencia por lo que todavía no hemos pasado y podría ser positiva. Aunque Rajoy insista, los socialistas no participarán. Es una opción completamente descartada. Pero C's sí podría hacerlo. Rivera dispone de una buena carta: el acuerdo reformista de 200 medidas que alcanzó con el PSOE como punto de partida de una dura negociación con el PP. Si eso fructificase, el líder naranja podría exigir la vicepresidencia y otros ministerios relevantes para su partido. Para C's es el momento de arriesgarse y poner en valor a Rivera como gobernante frente a un Rajoy cuya trayectoria política no va a tener más prórrogas.
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En cuanto al PSOE, la entrada en el Gobierno de un partido de centro liberal le facilitaría un cambio de postura en la investidura con dos opciones posibles. Una abstención programática u otra meramente técnica. La primera significaría pactar políticas concretas. Rajoy ya ha abierto la cartera (reforma de la Constitución, pensiones, 'ley mordaza'). La lista puede ser más larga (reforma laboral, financiación autonómica, ley educativa). También la presidencia del Congreso para dinamizar un Parlamento que va a tener mucho más protagonismo. Si eso no es posible, por las guerras internas socialistas y el miedo a Podemos, el comité federal podría ordenar la abstención a un reducido número de diputados para no bloquear ese gobierno de coalición que es el único cambio posible. Eso no sería contradictorio con un voto negativo del resto del PSOE y un discurso de oposición constructiva de Sánchez para no dejar a Pablo Iglesias el monopolio de esa bandera.
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