La clave
Podemos, la tentación cainita
Juancho Dumall
Ha trabajado en las áreas de Política, Opinión y en la edición del fin de semana.
JUANCHO DUMALL
Es lógico y razonable que Podemos analice con calma las razones de su mal resultado electoral del pasado domingo. Todas las fuerzas políticas inteligentes -y Podemos lo es- extraen conclusiones de los éxitos y los fracasos. Otra cosa es que ese análisis sea sosegado, y de alguna manera científico, o se convierta en una fábrica de reproches entre dirigentes con cuentas pendientes. Por ese segundo camino parecen ir algunas de las declaraciones que se han dejado oír estos días en el partido morado, seguramente porque se trata de una formación joven, acostumbrada al éxito y aupada por una ola mediática. Con un descenso de un millón largo de votos en seis meses, este ha sido el primer batacazo de Pablo Iglesias en las urnas. Y lo peor para él es que ha llegado por sorpresa, cuando encuestas, tertulianos y editorialistas vaticinaban otro salto hacia adelante.
Muchos se ha dicho y escrito estos días sobre las causas del retroceso podemista. La alianza con IU, el diseño de la campaña, la definición de su líder como socialdemócrata, la gestión de los pactos tras las elecciones de diciembre pasado, cierto aire de prepotencia del propio Iglesias, el miedo instalado de repente en la sociedad española con el 'brexit'... Seguramente, en todas estas razones hay algo de verdad, aunque ninguna explique por sí sola el retroceso.
MALAS HIERBAS
Pero veamos ahora tres frases dichas en público estos días por dirigentes de la formación nacida del 15-M y que no auguran precisamente una digestión tranquila de los resultados del 26-J. Íñigo Errejón dice que el partido «ha quedado atrapado en etiquetas estrechas» (¡zasca! a Iglesias); Juan Carlos Mondero dice que «en la campaña ha primado más el márketing que el contenido (¡zasca! a Errejón); Pablo Echenique dice, aunque asegura que en tono jocoso, que «hay que extirpar las malas hierbas de las violencias enquiestadas» (¡zasca! a Iglesias, Monedero y Errejón). No está mal para ser el partido de la sonrisa.
En las próximas semanas veremos si Podemos es capaz de encauzar la autocrítica o se impone el cainismo y sus portavoces se convierten en el gran espectáculo del verano en los platós televisivos.
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