Dos miradas

De extranjis

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hay algunas preguntas pertinentes. Si Xavier Trias hubiera ganado las elecciones, ¿el ayuntamiento, de extranjis, seguiría pagando el alquiler del 'banco expropiado'? ¿Hasta cuándo el ayuntamiento habría aguantado el gasto de 65.500 euros anuales, desembolsados ""para ganar tiempo", en un conflicto que tarde o temprano tenía que estallar? Si la inmobiliaria propietaria del local hubiera visto como cada mes se ingresaba el importe que tocaba, ¿habría presentado una denuncia por la ocupación ilegal? ¿Era normal que Trias pagara sin decir que pagaba, no fuera a ser que los okupas se enfadaran porque pensaban que ocupaban cuando en realidad eran inquilinos? ¿Qué era necesario que hiciera el nuevo gobierno de Ada Colau? Una vez los okupas ya sabían que era el ayuntamiento quien mantenía la ocupación (sin que lo fuera, a los efectos de los propietarios), es probable que su propia conciencia de okupas les impidiera aceptar la renovación del trato. En estas circunstancias, ¿se podía renovar el alquiler? ¿Había que hacerlo? ¿Era moralmente legítimo mantener esta falacia de la Administración convergente?

He oído, con perplejidad, voces que defienden la acción de Trias porque dicen que la primera obligación de quien manda es evitar problemas y ser eficaz a la hora de abordarlos. Discrepo. La obligación primera es no malversar, es decir, no invertir ilícitamente. No engañar. Y además, en el caso de Gràcia, si tras el alquiler se esconde una reprochable táctica electoral.