IDEAS
Berlín sin nostalgia
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
JORDI PUNTÍ
Paso unos días en Berlín. En un café hojeo la revista 'Zitty', que recoge la actividad cultural de la ciudad, y me distraigo con los conciertos previstos para los próximos días. La oferta es arrolladora. Hay, claro, una gran cantidad de grupos alemanes, nombres de una vanguardia estudiada, números combinados con siglas, referentes industriales que en el ecosistema musical de Berlín suenan muy normales. Punk electrónico, metal, posgaraje, pero también cajun country, arab-pop y folklore bielorruso mezclado con ritmos funk. Todo cabe en la noche berlinesa, como un embudo que recoge su inquietud cosmopolita. También están los artistas internacionales, de Adele a The Lumineers o Damien Jurado, pero en ese cóctel pasan casi desapercibidos.
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Lo que sorprende, en cambio, es la aparición de grupos que uno creía desaparecidos del mapa. Así en los próximos días actuarán grandes referentes como Psychic TV, Public Image Ltd o Fischer-Z. Un día tendremos que recordar la 'new wave' pesimista de los Fischer-Z, sus presagios de la guerra fría y el desastre ambiental en un álbum como 'Red skies over paradise', que se abría precisamente con la canción 'Berlín'. Hablamos de hace 35 años, en 1981.
En Barcelona también se producen de vez en cuando este tipo de retornos, pero están protegidos por un festival tipo Primavera Sound o Sónar, o llegan envueltos con el lazo de la nostalgia cuarentona en Luz de Gas. En cambio, en Berlín no parecen tocados por el recuerdo. No se trata tampoco de la última oportunidad de las viejas glorias en algún casino de Las Vegas. Más bien es como si la recuperación actual del vinilo les hubiera sacado de la cueva donde hibernaban. Como si en Berlín el tiempo no pasara de forma lineal y cada noche pudiera darse -al mismo tiempo- una sesión pletórica de afterpunk, una velada siniestra en una fábrica ocupada o un concierto glacial y a su vez fogoso en el Tränenpalast, el viejo palacio de las Lágrimas junto al Checkpoint Charlie. O quizá no es nada de eso. Quizá sea tan solo que Berlín tiene muchos más locales para la música en directo, y entretanto el Heliogábal sigue cerradoHeliogábal .
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