Análisis

Digámoslo claro

Es justo y necesario bajar la presión fiscal, por su desproporción, a la inmensa mayoría de los ciudadanos de Catalunya

GABRIEL RUFIÁN Y JOAN TARDÀ

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Digámoslo claro, para desvanecer dudas, la presión fiscal en Catalunya es hoy, para la inmensa mayoría, manifiestamente desproporcionada y claramente injusta. Y esta es una consecuencia directa del déficit fiscal crónico que sufrimos y que se ha acentuado en los últimos años, tanto por el estrangulamiento fiscal del Estado como por una crisis que ha golpeado a la sociedad, especialmente a las clases medias y bajas.

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, es justo y necesario que el Govern de Catalunya tenga como objetivo a medio plazo -y también a corto en la medida de lo posible- suavizar la presión fiscal y aligerar la carga impositiva sobre las familias. Porque es del todo injusto e injustificable que los ciudadanos catalanes tengan que pagar más que el resto de ciudadanos del Estado a perpetuidad. De hecho, mucho más, con una situación especialmente sangrante para las rentas bajas y medias. Y esta debe ser, sin duda, una prioridad. Porque son las rentas medias y bajas, la inmensa mayoría de los ciudadanos, las que más sufren y las que lo necesitan con urgencia.

LA PROGRESIVIDAD DEL IMPUESTO

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, ni subir impuestos es de izquierdas ni bajarlos de derechas. Todo es bastante más complejo porque nuestra sociedad también lo es. La progresividad del impuesto es otra cuestión, es simple sentido de la justicia social. Aporta más quien más tiene y más en condiciones está de hacerlo. Lo chocante es que toleramos que grandes fortunas tributen menos, mucho menos, que una familia de clase media. Y que no encontramos la manera de revertir esta situación. Por tanto, también es urgente y una necesidad evitar que las rentas del trabajo tributen más que las del capital, y sobre todo que queremos luchar de forma contundente contra el fraude fiscal de las grandes fortunas. La evasión fiscal es un atentado contra el bienestar y la democracia.

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, la inmensa mayoría de ciudadanos catalanes soportamos una presión fiscal claramente por encima de la media española y, al mismo tiempo, un nivel de inversión pública muy por debajo. La paradoja no puede ser más chocante. Pero también es verdad que en algunos de los tramos más altos de la renta del trabajo, por ejemplo a partir de 110.000 euros no es así, esta presión se sitúa por debajo de la media española. De hecho, disponiendo de nuestros recursos (de los que pagamos en forma de tributos y que el Gobierno en funciones del PP administra a discreción) nos podríamos plantear una rebaja adicional del IRPF a las rentas medias y bajas y/o a todos.

ESTUDIAR TODAS LAS FÓRMULAS

En este sentido, y dado que el Gobierno nos prohíbe recaudar el impuesto a la banca (680 millones), el impuesto a las nucleares (65) y el impuesto a los pisos vacíos (15), hay que estudiar si la rebaja de del IRPF a las clases medias y trabajadoras se debería compensar con los más ricos. Siempre teniendo en cuenta que, en cuanto tengamos el control de todos los impuestos, la voluntad es reducir el IRPF en todos los tramos.

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, el Govern Puigdemont-Junqueras tiene la obligación -porque debe hacer un presupuesto que dé respuesta a la emergencia social- de estudiar todas las fórmulas posibles. En especial, cuando esta cuestión ha sido acordada en el Parlament hace cuatro días con los votos a favor de todos los grupos, excepto PP y C 's. Se considera imprescindible «un incremento de la recaudación fiscal que permita disponer de más recursos», y se añade «la implementación de nuevas figuras fiscales y mejora de las ya existentes».

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, el compromiso con la hoja de ruta es sobre todo un compromiso con la inmensa mayoría de los ciudadanos de Catalunya, queremos un futuro próspero para nuestros hijos y el conjunto de nuestra sociedad. Tal como decía hace unos días el vicepresidente Junqueras, «cada uno en su lugar pero Catalunya -su gente- en el corazón de todos».

Digámoslo claro, para desvanecer dudas, los grupos políticos que somos leales al Govern de Catalunya debemos estar siempre al servicio del Govern Puigdemont-Junqueras, un Govern excepcional con un mandato excepcional, más allá de las legítimas y evidentes discrepancias que podamos tener en cualquiera de los ámbitos socioeconómicos.