Dos miradas

Todos heridos

Un proyectil policial impactó de forma brutal en el rostro de Quintana. La soledad y el desprecio volvieron, una y otra vez, a golpearla

Ester Quintana posa en los alrededores de la Rambla Prim de Barcelona, en septiembre del 2015.

Ester Quintana posa en los alrededores de la Rambla Prim de Barcelona, en septiembre del 2015. / periodico

EMMA RIVEROLA

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¿Cómo se pueden negar reiteradamente las evidencias?, se pregunta la fiscala en el juicio por la mutilación ocular sufrida por Ester Quintana por un proyectil de los Mossos. Se puede porque los Mossos se han escondido bajo un vergonzoso e hiriente corporativismo, olvidando que su objetivo primero es el de trabajar por y para la comunidad. Se puede porque se impone el desprecio hacia los ciudadanos y los intereses de la peor política. Porque se prefiere burlar la decencia y la ética antes que desnudar los errores de un Gobierno atacado por un complejo de superioridad moral tan pernicioso como ridículo. Porque demasiadas veces se intenta tapar las malas prácticas con la falacia de que la crítica busca el desprestigio del país. Un alarmante y obsceno mecanismo de control.

Se puede negar y se niega. Y así se vuelve a agredir a Quintana. Día tras día, desde aquel funesto 14 de noviembre del 2012. El psiquiatra que compareció en el juicio habló de secuelas psicológicas que amenazan con convertirse en crónicas después de que la mujer oyera constantemente a los Mossos y a la 'conselleria' desacreditar su versión. Se ha quebrado, quizá de un modo definitivo, su capacidad de confiar «en el mundo y en el ser humano». Un proyectil policial impactó de forma brutal en el rostro de Quintana. La soledad y el desprecio volvieron, una y otra vez, a golpearla. La cobardía y el cinismo con que fue atacada hieren los derechos de todos.