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¿Barra libre? Que nadie se engañe

Se pueden conciliar dos intereses que jamás debieron contraponerse: ofrecer trabajo a los músicos y respetar el descanso de los vecinos

LLUÍS CABRERA

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No se asusten y hagan juego. Estoy seguro de que se pueden conciliar dos intereses que jamás deberían haber sido contrapuestos: ofrecer trabajo a los músicos y respetar el descanso de los vecinos. La noticia sobre la circular presentada a los medios por los responsables del Icub, por la que todo aquel que disponga de licencia de bar, restaurante o cafetería podrá programar música en vivo, ha despertado muchas expectativas en el sector musical y quizá cierto recelo entre algunas agrupaciones vecinales. Es una circular consensuada con la Generalitat que no incluye a las asociaciones culturales que desean -o bien ya han llevado a cabo- ciclos de música en directo, caso del Arco de la Virgen.

El teniente de alcalde Jaume Asens dice, con buen tino, que la música es un activo cultural y no un elemento distorsionador de la convivencia entre el lugar donde se realiza y las personas que habitan cerca del mismo.

Desde el escepticismo que me ofrece la experiencia, quisiera lanzar algunas plegarias, no sin antes recordar que en casa del pobre poco dura la alegría. Que la circular, antes de que se ponga en marcha, no sufra un accidente: por ejemplo, que choque con los Planes de Usos de los Distritos. Recemos a los ángeles para que no aparezca algún protocolo que obstaculice las buenas intenciones del equipo municipal de Cultura. Y que haya consenso entre los agentes implicados, es decir, músicos, locales y vecinos. No esperemos a que una persona a la que la música le moleste pueda provocar convulsiones antes de que el plan empiece su trayecto.

Se ha escrito que a partir de ahora habrá barra libre para la música en vivo. No es cierto, porque habrá unos requisitos que se deberán cumplir: horarios, decibelios y no soliviantar a los que vivan cerca. Poner el acento en la libertad de la barra puede crear rechazo en el vecindario.

Que nadie se engañe. No habrá una avalancha de bares, restaurantes y cafeterías programando música en vivo. A los músicos se les ha de respetar su trabajo y por eso se les debe remunerar. Hagamos números y veremos si salen las cuentas.