Polarización y cambio de época

No acabamos de salir de la crisis porque no podemos salir de algo que no es coyuntural. Si nos referimos al cambio de época, entonces entenderemos que hemos de cambiar las preguntas que teníamos y no solo tratar de ir tirando con las respuestas de siempre. Primero fue la burbuja inmobiliaria y la financiarización económica. Ahora son las dudas sobre China, el precio del petróleo o de las materias primas. Mañana será otra cosa. Buscamos nuevos equilibrios en un escenario definitivamente globalizado en el que el papel amortiguador de los estados presenta grandes dificultades. Mientras, la propia concepción del trabajo muda de piel y va quedándose en algo frágil e incierto.

Mucha incertidumbre, mucho miedo desigualmente repartido. Donde hay más bienestar, cunde más la preocupación. En los países del centro y norte de Europa crecen las expectativas y la significación política de formaciones políticas partidarias de cerrar fronteras a las personas, reforzar los elementos de identidad nacional y los valores tradicionales, usándolos como armas contra la diversidad. Y la falta de respuestas convincentes desde el centro político empuja a buscar otras alternativas también desde posiciones de izquierda.

Es significativo establecer paralelismos entre lo sucedido en el Labour Party y el sorprendente arraigo de Sanders en la izquierda del Partido Demócrata norteamericano, que está arrasando (como lo hizo Corbyn) entre los jóvenes. Avanzamos hacia momentos de mayor polarización, económica, social y generacional.

No hay recuperación económica que nos pueda devolver a una situación de equilibrio social que hoy se presenta como ilusoria. Lo que está en juego es un cambio de sistema. Es urgente construir hegemonías por la igualdad, la libertad y la solidaridad, tanto local como globalmente.