Editorial

Fumata negra para Mas

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La CUP se pronunció finalmente por vetar a Artur Mas como nuevo presidente de la Generalitat. Se trata, sí, de un veto por muchos ornamentos que se le pongan, ya que, después de tres meses de conversaciones, negociaciones, planes de choque, procesos constituyentes y declaraciones de ruptura con el Estado, lo que al final votó ayer el consejo político de la CUP fue sí o no a Mas. Es decir, el qué, el cómo y el cuándo quedaron relegados al quién. Y la organización anticapitalista decidió que el quién no podía ser Mas, como había defendido durante la campaña y la misma noche electoral. En este sentido, la decisión es coherente, aunque lo que se jugaba en el envite y los tres meses de desgaste se hayan reflejado en una votación de 38 votos en contra y 22 a favor, que puede parecer clara, pero deja dividida a la CUP.

Pese a que sus portavoces se esforzaron ayer en trasladar de nuevo la pelota al terreno de Junts pel Sí (JxSí), pidiendo un cambio de candidato, todo indica que no se va a producir y que ni siquiera se celebrará otro pleno de investidura, por lo que habrá elecciones en marzo. La CUP insistió en que la alternativa de Mas o elecciones no era la suya, pero que se ha visto obligada a entrar en el juego porque JxSí no había planteado otro candidato. En efecto, a la cita electoral se llega no solo por la decisión de la CUP, sino porque Mas, pese a ir de cuarto en la lista, nunca se apartó de la candidatura a president.

Ante esta situación de bloqueo, en la que cada día que pasaba se degradaba la institución de la Generalitat y la figura de su presidente, este diario había reclamado la nueva convocatoria a las urnas. Seguimos pensando que es lo menos malo, aunque las incógnitas son muchas. ¿Volverá a repetirse la alianza Junts pel Sí? Es muy posible que no. ¿Serán ERC y Catalunya Sí que es Pot los beneficiados por este fracaso colectivo de tener que votar de nuevo, nada menos que cuatro veces en poco más de cinco años?

Ojalá la experiencia sirva para que los impulsores del 'procés', que ha hecho saltar el sistema catalán de partidos, se convenzan de que no tienen mayoría suficiente para la independencia exprés, cesen de proclamar en público lo que en privado reconocen que no es posible, y se produzca, como piden ya las voces más sensatas de ese ámbito, una rectificación basada en la búsqueda del consenso y en el retorno al derecho a decidir.