Este equipo necesita un líder en el campo
Un equipo de fútbol es como la Generalitat: para funcionar necesita un presidente, y en cambio resulta algo grotesco pensar en un liderazgo colectivo. Las propuestas para mantener a Mas en su cargo pero diluir su poder rodeándolo de tres o cuatro colegas provocan estupor y son fuente reiterada de broma por inverosímiles. Del mismo modo, en el terreno de juego es fundamental que alguien dirija a los demás, organice y estructure, y ponga en marcha las jugadas de ataque. Si no existe esa figura, la cohesión desaparece y baja el nivel de efectividad.
Este jugador líder es lo que hace unos años se llamaba cerebro del equipo, y suele tener un gran prestigio, aunque el goleador de turno sea el que acabe siendo más conocido y premiado y firme más autógrafos. Todos tenemos en la cabeza nombres de líderes de equipo, habitualmente centrocampistas de ataque, que infunden a la vez tranquilidad y entusiasmo en cuanto tienen el balón controlado y alzan la cabeza como alertando de que algo importante va a producirse.
En estos momentos, en el Espanyol no hay nadie que haga este papel. Se intuye una cierta intención de que sea Marcos Asensio el líder, pero diría que es demasiado joven, demasiado nuevo y, quizá, demasiado atacante para controlar él sólo el centro del campo periquito y vertebrar a sus compañeros. La consecuencia: no existe centro del campo como taller creativo. Es solamente un espacio de transición entre una defensa que achica pelotas como puede -y cuando puede, que no es todo lo a menudo que desearíamos- y una delantera con calidad pero sin claridad. En estas circunstancias, a la defensa se le exige una solidez por encima de la media, para que las pocas oportunidades de los atacantes no se vean contrarrestadas por los goles encajados.
MERCADO DE INVIERNO
El partido de ayer es un ejemplo de todo lo dicho: como la defensa no fue suficientemente sólida y la delantera no creó prácticamente ni una ocasión de gol (y prácticamente es ya por sí solo un eufemismo indulgente), la victoria era una ficción y el empate, una hazaña complicada. Marcos Asensio lo intentó, pero romper las líneas del Atlético no es algo sencillo y hacían falta ideas más claras que las que se podían, apenas, intuir.
Ayer, sólo el talento de Pau López permitió que la derrota fuera, al menos, digna. Este chico, al que injustamente algunos desaprensivos crucificaron en las redes sociales tras una goleada de la que no tuvo culpa, está creciendo a gran velocidad y cada jornada está en el top 10 de los destacados: lo triste es que su relevancia es indicio de resultado pobre.
De inmediato se abrirá el mercado de invierno: no sé cómo están las gestiones para la llegada del Míster Marshall chino, ni si las urgencias económicas -deuda, atrasos salariales, ERTE- permitirán destinar algo de dinero a un fichaje mínimamente aceptable. Pero estaría bien que en la segunda parte de la Liga el equipo tenga un líder de veras. Oigan, no puede ser más difícil eso que encontrar un presidente de la Generalitat adecuado.
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