Cómo llevar una vida normal en el laberinto sirio

Ataque aéreo ruso en una localidad de la provincia de Idlib, en Siria.

Ataque aéreo ruso en una localidad de la provincia de Idlib, en Siria.

JAVIER OLIDEN

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Nadie en Siria cree que la guerra vaya a acabar pronto, así que la lucha militar convive con una lucha política y social por llevar una vida lo más normal posible. Se trata de una realidad que puede pasar inadvertida para la opinión pública europea, pero en todas las guerras de larga duración ha sido así, el ser humano necesita sus rutinas. Aunque la guerra y la búsqueda de una rutina se desarrollen también en Irak, existen algunas diferencias. En ambos países las victorias sobre el terreno en la lucha contra el Daesh (ISIS) han sido logrados por las fuerzas kurdas, apoyadas por la fuerza aérea de la Coalición liderada por EEUU. El kurdistán Irakí es una región que, a consecuencia de las Guerras del Golfo, es prácticamente autónoma, por lo que lleva más de dos décadaconstruyendo sus propias institucionesy lo hace siguiendo un modelo en la más pura tradición capitalista occidental, cosa que le hace estar en excelentes relaciones con países como EEUU o Turquía. Su ejército son los peshmergas, término a menudo utilizado por la prensa occidental para referirse a cualquiera fuerza militar kurda, cuando en realidad en Siria no es así. En Siria los territorios kurdos son conocidos como la región de Rojava, donde se ha empezado a materializar su propia autonomía desde el año 2011, en los inicios del conflicto sirio. Ocurrió que el ejército del régimen del dictador sirio Bashar al-Assad tuvo que retirarse de la mayor parte de Rojava, al tiempo que lo que comenzaba como una insurrección popular se iba convirtiendo en una guerra civil. A diferencia del Kurdistán Irakí, en Rojava intentan construir las instituciones haciendo bandera de causas como la igualdad de género, la horizontalidad democrática o la lucha contra la desigualdad económica. Son las banderas que en todo el planeta se agitan para construir un auténtico pensamiento político de izquierdas alternativo al capitalismo. Esto les coloca en la misma familia política de los movimientos del sur de Europa contra la crisis, y en experiencias como la de Barcelona en Comú.

Es por esto también que su relación militar actual con EEUU se basa sólo en razones de conveniencia, si ya de por sí es mala su relación con este país, con Turquía es peor, y con el Kurdistán Irakí es delicada y cambiante.

Las fuerzas militares de Rojava son las YPG, que actualmente se han integrado en las Syrian Democrátic Forces (SDF), junto con otras fuerzas árabes y cristianas, donde representan el principal contingente.

En el terreno político, actualmente los esfuerzos en Rojava están encaminados hacia la construcción de instituciones parlamentarias. Éstas instituciones fueron inauguradas a mediados del 2014, y en pro de la inclusividad democrática se intentó que en ellas estuviesen representadas todas las diferentes identidades culturales que conviven en la región: kurda, árabe, cristiana y turcomana principalmente. Existe una cuota de paridad de género que establece un mínimo del 40%. En busca de la horizontalidad democrática se dio representación a las asociaciones de jóvenes, a las de mujeres y a los representantes de las asambleas de barrio. Las asambleas de barrio son designadas con el término comuna, que han adoptado de la tradición occidental. Se trata por tanto de una institución recientemente importada, lo que hace que su implantación sea lenta, difícil y desigual. Actualmente las comunas equivalen a lo que sería en España una asociación de vecinos, sólo que más fuerte y con más responsabilidades. Cuentan por ejemplo con comités de reconciliación, que resuelven disputas vecinales de forma rápida, gratuita y amistosa, cosa impensable en caso de que se decida recurrir a los tribunales ordinarios. Desarrollan también labores de asistencia social humanitaria y son muy útiles en los momentos en que la guerra provoca grandes desplazamientos de población. Tienen también responsabilidades en materia de defensa barrial, por lo que disponen de armas.

No son pocas las oficinas, conserjerías o departamentos, que en Rojava funcionan como grupos compactos: esto significa que su sede es también vivienda, así que tanto el trabajo, como la vida doméstica se lleva a cabo en grupo. Esta es una forma de hacer también importada recientemente. Está inspirada en organizaciones como el internacionalmente proscrito PKK, y en otras de los movimientos de liberación del Kurdistán en Turquía. Al contrario que la institución de las comunas, su implantación ha sido relativamente rápida, debido a que las personas que las integran suelen ser jóvenes con un buen grado de motivación y politización, y por lo tanto mucho más receptivos a nuevas realidades, que otros segmentos de la población.

La familia en Rojava se parece a las familia europea de hace cincuenta o cien años, sólo que más numerosa. Es una estructura conservadora, donde la mujer está subordinada al hombre. Hasta que las nuevas instituciones parlamentarias legislaron sobre el matrimonio, los hombres podían tener varias esposas. Las familias suelen tener a uno o varios de sus miembros emigrados, ya sea en Europa, en el golfo pérsico o en Turquía. Ahora también muchas tienen mártires debido a la guerra. Una guerra que la gente tiene claro que va para largo. Igual que los cambios políticos y sociales. Los que han ocurrido ya, como las leyes para la protección de la mujer, son el resultado de décadas de movilizaciones sociales, y cualquier otro cambio que esté por venir, necesitarán también de años de trabajo.