ANÁLISIS

Lo mínimo exigible

MANEL LUCAS

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Yo también era de los que rezaba para que el ínclito Tebas apareciera de pronto y decretara el final de la Liga a los 10 minutos de partido. No solo porque habría supuesto el campeonato para el Espanyol, más el Pichichi para Salva Sevilla, sino porque temía que lo que tan bien había empezado se torciera en cualquier momento. Porque en esos 10 minutos habíamos visto el golazo de falta, claro que sí, pero también esas dos o tres escenas de la defensa destinadas a nutrir sendos minivídeos de humor para Twitter. Y luego, hasta el pitido final, la cosa andó ahí ahí. Habíamos sonreído con incredulidad tan solo arrancar el partido, sí, pero a partir de ahí alternamos el rictus de pánico con el bostezo.

Doy el mal trago de ese 98% del partido por bien empleado por el resultado final, pero me da la impresión de que la victoria de este sábado tuvo más que ver con el desentreno de un Getafe aún en traje de vacaciones que con un mérito desbordante del Espanyol. Ellos no supieron hacer coincidir sus jugadas bien intencionadas, no muchas, con los momentos de parálisis ocasional de los defensas periquitos. El momentazo clave en ese sentido nos lo dio Álvaro Vázquez, que despejó más que empujó una pelota a puerta vacía a cuatro o cinco minutos del final. Se cubría el rostro tras la jugada, diría que por vergüenza.

Por lo que respecta al ataque periquito, esa delantera formada por tipos que apenas si han tenido tiempo de intercambiarse el contacto de Whatsapp demostró ganas, alguna idea interesante, pero ciertamente falta de pericia en el último remate y un poco de inocencia. Vimos algún detalle de Gerard Moreno, e interés por parte de Caicedo, pero lo que sería peligro ante puerta, escaso.

Y a pesar de todo, el Espanyol se ha plantado con tres puntos en la primera jornada, cumpliendo lo mínimo que se le debía exigir. Es decir, que no sería justo tampoco quejarse demasiado ni quedarse tan solo con el catálogo de imprecisiones. Ya sabemos que tenemos una plantilla reelaborada un año más prácticamente desde cero, y de nuevo a base de cubrir huecos (a Sergio García siempre lo echaremos de menos), más que de lucir estrenos.

Vistas las expectativas, pues, los 14 que jugaron dieron la talla, la que se les supone. Y aún quedan la mayoría de nuevos por desempaquetar, como posibles regalos aplazados. Faltan algunos días para que este equipo demuestre su personalidad. A estas alturas, no es fácil decir, por ejemplo, quién puede liderar en el campo, si será Víctor Sánchez, el mismo Caicedo, o alguien más inesperado. Y probablemente no quedará del todo claro en las próximas jornadas, cuando vendrán el Madrid y el Valencia, y el equipo irá a Vila-real y a San Sebastián. Imagino que Sergio intentará salir lo más ileso posible de estos obstáculos y que la definición de las continuidades quedará para el otoño.

Por eso, porque la plantilla está tierna y porque se avecina un mes de matones, era importante ganar en un estreno relativamente asequible. Aunque fuera entre bostezos. Y con un poco de susto también.