Análisis
Un problema global
Elies Molins
Profesor del ICMAB - CSIC
Profesor del ICMAB - CSIC
ELIES MOLINS
Ahora, impulsar la excelencia significa que si en tres años no has alcanzado la preeminencia internacional tienes que buscar otro sitio. Además, deberás haber logrado financiación, un equipo de trabajo eficiente, el equipamiento necesario, un espacio físico en un entorno saturado de gente y sobrevivir dentro de la telaraña burocrática... Y también, quizá, caer bien.
Hay que ser extremadamente ambicioso. Nunca ha habido tantos científicos en el mundo, EEUU es una potencia pero el crecimiento en China es espectacular. Todos tenemos acceso a todo lo que se publica a diario. La presión es muy grande. No vale ser bueno localmente, hay que serlo globalmente. Las revistas nacionales ya no cuentan, hay que publicar en las más prestigiosas. Hay que formar equipos cohesionados y competentes, que todo el mundo sea escrupuloso en la experimentación y tener una buena red de colaboradores internacionales. Hará falta también un poco de suerte. Es como construir una empresa pero sin su estructura ni a menudo los medios necesarios. Además, nadie sabe hacer un estudio de mercado para saber las posibilidades de una línea de investigación.
Para llegar a ser científico hay que hacer una tesis doctoral, un posdoctorado en el extranjero e ir malviviendo con becas y contratos por obra y servicio en todo el mundo. Está claro que los científicos son muy vocacionales. Este es el modelo que se impone a nivel internacional. En EEUU, 30.000 posdocs han promovido la creación del International Consortium of the Research Staff Associations para luchar contra la precariedad en la investigación. La Russian Academy of Sciences está revolucionada, los puestos fijos se convierten en plazas temporales. En marzo del 2014 se denunció lo mismo en Alemania y Francia. y en el 2013 lo hizo la Federación Mundial de Trabajadores Científicos.
La consecuencia es que los nuevos investigadores buscan resultados de buen impacto a corto plazo ¿Qué decimos de los políticos cuando solo planifican medidas de vuelo corto? ¿Este será el tipo de investigación que debe resolver los «grandes problemas»? ¿Solo sabemos estimular el buen trabajo con una amenaza de despido? ¿Por qué no hacemos lo mismo con los jueces? ¿Este es el modelo de sociedad para el siglo XXI? ¿Alguien realmente piensa que gente no comprometida con la institución hará país? ¿O más bien pensará en su provecho, cuando dentro de tres años o quizá seis vivirá en otro lugar? Está bien promocionar la excelencia y penalizar la endogamia, pero ¿tendría sentido dejar en las aulas solo al 5% de los mejores alumnos? ¿Seguro que estos serán los de más provecho? ¿Se transferirán estos resultados excelentes al entorno social e industrial?
No estamos de moda
La voz ya ha corrido y entre las nuevas generaciones ya hay pocos que quieran hacer una tesis doctoral. La ciencia no está de moda, justo cuando más se la necesita. No solo nuestra competitividad está comprometida en el contexto de la nueva sociedad del conocimiento, su papel es esencial para resolver los enormes problemas que nos sobrevendrán. Muchos de ellos están ligados al gran aumento de población y a su densificación en entornos urbanos: el cambio climático y los de salud, por ejemplo. Sin una generación joven, competente e ilusionada pero sobre todo comprometida socialmente nos podemos encontrar con un horizonte que no para de estrecharse.
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