Al contrataque
Blancas juegan
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Recuerdo cómo de pequeña alargaba el cuello para alcanzar a ver el movimiento de las piezas. Mi padre era y es un gran jugador de ajedrez. De puntillas llegaba al tablero intentado descubrir el mundo que ahí habitaba. Piezas distintas. Cada una con su movimiento propio. Caballos que saltaban. Alfiles atravesando el mundo en diagonal. La reina, que casi todo lo podía, abajo y arriba. La torre, una gran defensa. Y los peones, en muchos momentos, esenciales. Cada pieza se desplazaba de manera diferente, pero todas compartían un mismo objetivo. A ratos, el jugador, ensimismado, parecía estar en la nada. La mano tapaba la mejilla. Había que reflexionar sobre el siguiente paso a dar, y el que vendría después, y otro más. Y sobre los posibles movimientos que el adversario podía dibujar. Imaginar, tener visión y no dejarse llevar por la precipitación. Encontrar la manera de avanzar, y que la astucia del contrincante no mengüe la concentración. Saber interpretar el gesto del otro, que llega ampuloso; reaccionar cuando es necesario, y no situarse únicamente a la defensiva. Y sobretodo ser capaces de inventar jugadas, construir caminos nuevos y estar dispuestos a intercambiar los papeles entre la reina, el peón y el caballo. Él, en zig-zag, yo defiendo y tú avanzas.
En estos días de acuerdo y de lista unitaria, ha regresado la ilusión en el mundo independentista. Hasta el 27-S no se conocerá el posicionamiento de la población de Catalunya en unas elecciones, que se han avanzado para que sean el plebiscito, el sí o el no a la independencia de Catalunya. La lista, las personas, las formas, el intercambio de roles. Romeva, Forcadell, Casals, Mas, Junqueras y aun Fernández y muchos otros nombres que viven en mundos distintos, tienen experiencias vividas e ideologías que en nada se parecen, y ahora apuestan por salir juntos con la idea común y compartida de que para que Catalunya pueda hacer, primero tiene que poder ser. Ser quien quiera ser.
Ellos son las blancas, que se estrenan. Las negras hace mucho que están colocadas en el tablero de juego. Han ganado siglos de campeonatos. Las blancas son nuevas, están tomando forma y situación. Es necesario que entiendan el rol que cada una tiene que jugar. El juego será largo y difícil. Les sorprenderá. El adversario está acostumbrado a jugar.
La ventaja de la diferencia
Y, al fin y al cabo, la clave de la nueva situación es que entiendan que su diferencia intrínseca les comportará una gran ventaja si se perciben y sienten como un único jugador que recibe la energía de mucha gente, y si, más que ninguna otra cosa en el mundo, quieren que en esta partida de ajedrez, blancas jueguen y ganen.
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