Dos miradas
Quizá muera
«Esperamos otra guerra y creo que quizá moriré». Farah Baker luce unos enormes ojos azules y una sonrisa dulce que el miedo no ha logrado rendir. Ahora tiene 17 años y, desde la tierra devastada de Gaza, sigue poniendo voz a un conflicto antiguo. Durante la ofensiva del 2014 no dejó de tuitear. A veces lo hacía mientras lloraba, con las manos temblorosas, agarrada a su móvil, creyéndolo su único salvavidas. Se trataba de que el mundo supiera, que sintiera algo de su miedo, algo de su desesperación. «Soy Farah Baker, una chica gazatí de 16 años. Desde que nací he sobrevivido a tres guerras y creo que ya es suficiente», fue uno de sus célebres tuits seguidos por más de 170.000 personas. Ella sobrevivió a la última guerra que mató a 551 niños palestinos en 50 días e hirió a más de 3.000. Sus mensajes aún recuerdan los días de dolor, pero también comparte sus éxitos académicos, su ilusión al ayudar a pintar de colores los muros de un campo de refugiados o la belleza de una puesta de sol. La esperanza de la juventud sigue ahí. Tozuda. Irredenta.
Pero es posible otra guerra. Y es posible que Farah muera. Su recuerdo quizá perdure unos días. Tampoco demasiados. Al fin y al cabo, será una muerte más. Una de tantas que algunos justificarán enmarcándola en la lucha de Israel por su supervivencia. Sin reconocer que con su política inhumana, alimentando el monstruo de la venganza, Israel también agoniza.
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