Ideas

Conocer a Marin Karmitz

El que fue productor de Godard, Kieslowski y Haneke levanta ahora animadversiones en Francia

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ainstancia del productor Paco Poch, Marin Karmitz ha dado una vuelta por Barcelona. Si no vuelve a menudo, peor para nosotros, porque se trata de uno de los personajes más clarividentes del panorama cultural europeo. Quizás en este momento, el que cuenta con una experiencia más crucial y significativa. No me refiero, sea dicho a los pocos que le conocen como gran productor independiente y trascendente, al aura que le rodea, según los aún menos que lo veneran. En efecto, fue productor de Jean-Luc Godard, Ken Loach, Louis Malle, Claude Chabrol, Michael Haneke y Krzysztof Kieslowski, entre muchos otros. También nos admira, y mucho, que su circuito de pantallas donde solo se proyecta buen cine mantenga, en París, un 17% de cuota de mercado. La trayectoria es una inmejorable carta de presentación. El éxito cultural y empresarial lo vuelve indestructible. ¿Qué necesidad tiene Marin Karmitz de ser indestructible? Si fuerais el principal objetivo a batir por las docenas de miles de instalados que fagocitan el estado cultural francés, no dudaríais. ¿Cómo se las ha arreglado para ganarse tanta unanimidad en la animadversión? Sus aventuras, muy reales, son el corolario perfecto de la denuncia de Fumaroli.

En efecto, un buen día el presidente Sarkozy convocó al Elíseo a este outsider de las redes clientelares y le encargó, con un buen presupuesto, sacudir el tinglado sostenido por varios ministerios, en contra de quien fuera y, si convenía, con acciones estratégicas dinamitadoras, siempre bajo protección y amparo presidencial. Pues bien, desde la persecución de los colaboracionistas de los nazis, nadie ha sufrido un boicot tan general, ensañado y sistemático como él y, todavía más, sus colaboradoras.

Las iniciativas de Karmitz no nos han llegado porque la prensa francesa, no el New Yorker, participa del boicot. Ahora que nos llega la hora de redibujar políticas culturales, no conocer y tener muy en cuenta a Karmitz es una temeridad.

TEMAS