Editorial
La mayoría alternativa de Trias
Poco más de 72 horas después de aceptar el veredicto de las urnas y admitir que su sucesora sería Ada Colau, el aún alcalde de Barcelona, Xavier Trias, sembró ayer el desconcierto al plantear la posibilidad de un pacto CiU-ERC-PSC-PP, alternativo al que busca su rival para reforzar sus limitados 11 concejales. Sus matizaciones posteriores -sumadas al escaso entusiasmo con que formuló la propuesta- y el rechazo de esta hipótesis por parte de republicanos y socialistas no han disipado la sorpresa de esta marcha atrás, que podría ser atribuible a la voluntad de determinados sectores de su partido para cargarse de razones en el futuro con un nuevo desaire de ERC o por la inquietud de medios empresariales ante el giro que experimentará la gobernación de la ciudad cuando Colau llegue a la alcaldía.
La necesidad de pactos que permitan la gobernabilidad es una constante de la mayoría de los ayuntamientos surgidos de las elecciones del domingo, y Barcelona no es una excepción. Pero una alianza política como la sugerida por Trias, aunque gozaría de plena legitimidad democrática, se caracterizaría mucho más como anti (contra Colau) que como pro (a favor de la coherencia y la afinidad política). Y si algo necesitan las instituciones es credibilidad ante una ciudadanía muy escamada. Sin duda, un gobierno de izquierdas nucleado por BC presenta incógnitas, pero también abre expectativas e ilusiones en amplias capas de la población. En todo caso, Ada Colau encabeza la lista más votada de un consistorio muy fragmentado y tiene derecho a ser la primera en intentar gobernar con la mejor fórmula que consiga y que aúne estabilidad y lógica programática. Solo si fracasa -ahora o durante el mandato- deberían abrirse paso otras posibilidades. Situación bien distinta es, por ejemplo, la del Ayuntamiento de Madrid, donde pese a la victoria mínima de Esperanza Aguirre la correlación de fuerzas aboca con toda lógica a un pacto de izquierdas.
El revuelo no ha de ocultar que Trias, un político de talante cordial, está dando muestras de un exquisito comportamiento para facilitar que el traspaso de poderes se haga de la forma ordenada y consultando con su sucesora todos los pasos que tenga que dar durante esta transición. Las formas en democracia son importantes, y también en esto Barcelona es un buen ejemplo.
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