La resistencia de la sanidad pública
Médicos y enfermeros han sostenido el nivel de la asistencia pese a los recortes y han evitado males mayores
La sanidad pública catalana es citada a menudo como ejemplo y modelo de referencia incluso para países socialmente más avanzados. Quienes han tenido la ocasión de vivir un tiempo en otros entornos de Europa y han podido comprobar la asistencia sanitaria que en ellos se presta certifican que, en general, la nuestra cumple lo que los ciudadanos esperan: una atención correcta en el plazo adecuado. Es decir, el usuario tiene la seguridad de que encontrará, hasta donde la ciencia médica lo permite, la respuesta a sus problemas de salud. En los últimos años, sin embargo, esta sanidad pública ha quedado debilitada por decisiones de responsables políticos que, en paralelo, frecuentemente presumen del muy alto nivel del servicio que circunstancialmente les corresponde gestionar.
Es así que los recursos para inversiones en el sector han menguado desde los inicios de la crisis; y es así, sobre todo, que el peso de esta se ha hecho recaer en las espaldas del personal sanitario, cuyos ingresos han caído más de un 20% desde que empezó la política de recortes presupuestarios en aras del cumplimiento de los sacrosantos objetivos de déficit público. Es justo y obligado reconocer que, sin la actitud responsable y sacrificada de médicos y enfermeros, la sanidad catalana estaría hoy en una situación mucho peor, y que los problemas crónicos que arrastra (hospitales saturados en ciertos momentos, largas listas de espera...) se habrían multiplicado. Aun así, ha sido inevitable que los usuarios hayan acabado percibiendo un empeoramiento de la asistencia (lo creen el 42% de los ciudadanos), lo que supone una seria advertencia para la Conselleria de Salut.
La confianza de los catalanes en el sistema sanitario sigue siendo alta (casi un 90%), pero el Govern no puede continuar sobrecargando la piedra angular, unos profesionales con sueldos no acordes con su larga y buena formación y su gran responsabilidad. Al Col.legi de Metges de Barcelona le asiste toda la razón cuando reclama a la Generalitat que reconozca la importancia del factor humano en el engranaje de la sanidad pública catalana, y que eso se traduzca en una mayor intervención de médicos y enfermeras en las decisiones del Institut Català de la Salut. Vistos los precedentes, es posible que la petición acabe en papel mojado, pero si se atendiera sería una decisión inteligente.
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