Al contrataque

Mundo cruel

SANDRA BARNEDA

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Desde que Galileo nos iluminó con la volumetría del planeta tierra y, siglos más tarde, Einstein nos hizo caer de un plumazo en la relatividad; podemos llegar a la conclusión que aunque lejos nos encontremos y vivamos, en apariencia, realidades dispares, en nuestra aldea global, deberíamos descender de un plumazo a hechos o situaciones injustas y erradicarlas entre todos. Para que nos entendamos, ¿qué ocurriría si en España metieran en la cárcel a las madres de adolescentes o jóvenes díscolos con el sistema? ¿Qué ocurriría si tuvieran que cumplir condena como corresponsables de los delitos de sus hijos? Quizás alguna mente lectora esté en modo asertivo ante tal aberración, idea de chorlito o locura transitoria de uno o varios sujetos legisladores de imaginación marciana. Aviso a navegantes que si me suelto corro el riesgo de llenar este artículo de improperios e insultos hacia esos que decidieron elevar esa perogrullada a la escena real. Sucede en Uruguay y ya son más de 20 al año las madres que son encarceladas por sus descendientes con penas que pueden llegar hasta a cuatro años de cárcel.

Ley rescatada

Esta semana otra mujer ha recibido el fatal destino. Tiene 50 años, es madre soltera, apenas llega a fin de mes y cumple la ley, pero su hijo es denunciado como integrante de una banda de niños de entre 12 y 16 años que se ha convertido en la pesadilla del barrio montevideano de Maroñas, donde cometen pequeños hurtos y apedrean vehículos. Un juez ha decidido procesarla por "omisión de los deberes inherentes a la patria potestad", una figura jurídica de 1972 algo olvidada y rescatada en agosto de 2013 por una jueza de Montevideo después del asesinato de un repartidor de bombonas de gas por tres adolescentes.

Un drama sin duda pero ¿deben pagar por ello las madres? No solo nadie no ha protestado sino que algunos aprueban la medida con argumentos tan necios como que "hay que tener en cuenta que los menores son muy 'madreros'. Si ven que les empiezan a encerrar a la madre puede cambiar algo". No hay voluntad ni si quiera corresponsabilidad de un Estado por cambiar la difícil situación en la que se encuentran esas mujeres; la mayoría abandonadas por los maridos y sobreviviendo en los barrios más pobres del país y, todas ellas encerradas por el delito que cometieron sus hijos. No puedo dejar de preguntar ¿acaso encerrarían a una burguesa o pudiente? ¿Y a los hombres / padres que las abandonaron? Me cuesta pensar en esas mujeres sin sentir una bola de fuego de rabia e impotencia en el estómago. Este mundo nuestro no deja de sorprenderme con sus hostilidades, con sus golpes de malas artes y su necesidad de escupir donde más duele y donde no procede. Por ellas y paras ellas.