La clave
La decisión de Susana
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Por medio del joven periodista Santiago Zavala, Zavalita, Mario Vargas Llosa se preguntaba hace medio siglo en 'Conversación en La Catedral': «¿En qué momento se ha jodido el Perú?». Si el premio Nobel se despojase de sus prejuicios contra ciertos nacionalismos, su personaje se formularía hoy la misma pregunta: «¿En qué momento se ha jodido España?». Y la respuesta sería bien sencilla: exactamente el 28 de febrero de 1982, el día en que Andalucía proclamó en referéndum -pese a la campaña de Alianza Popular (hoy PP) en favor de la abstención- que no quería ser menos que las «comunidades históricas» de Catalunya, Euskadi y Galicia.
Aquel infausto domingo de hace 33 años quedó institucionalizado el café para todos, se enterró el sueño de una España plurinacional y la derecha ofrendó al PSOE un feudo electoral aún hoy inexpugnable. Sin el nacionalismo andaluz, tanto o más combativo que el catalán o el vasco aunque no ambicione la independencia, sería imposible entender la incapacidad de España para acomodar su arquitectura institucional a una diversidad identitaria que las urnas expresan con contumacia.
Laboratorio de pruebas
A la España una le inquieta más lo que suceda en las andaluzas del 22 de marzo que el resultado de las catalanas del 27 de septiembre. La guerra fratricida del independentismo ha transformado a Catalunya en una dolencia crónica pero soportable, mientras que Andalucía se presenta como el laboratorio de pruebas de la conllevancia (o la beligerancia) entre la nueva y la vieja política.
Si las encuestas no yerran, la socialista Susana Díaz se ha metido en un buen lío. La presidenta andaluza, que adelantó las elecciones pretextando una supuesta inestabilidad de su alianza con IU, la acabará añorando si la condenan a entenderse bien con Podemos, bien con el PP. Su decisión condicionará el futuro de Andalucía, del PSOE y de España toda. Haga lo que haga, el sueño de utilizar el voto de los andaluces como trampolín para liderar la reconquista socialista de España se habrá roto en mil pedazos. Quizá el 22 de marzo haya que preguntarse cuándo se fastidió Andalucía.
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