La rueda
Dios contra 'Siutadans'
Publicar el currículo de Religión en el BOE implica la reafirmación del catolicismo
Olga Merino
Periodista y escritora
Escritora y periodista. Master of Arts (Latin American Studies) por la University College of London (Beca La Caixa/British Council). Fue corresponsal de EL PERIÓDICO en Moscú en los años 90. Profesora en la Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès. Su última novela: 'La forastera' (Alfaguara, 2020).
OLGA MERINO
Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios -la frasecita de marras venía acuñada en las pesetas-, entraba al templo bajo palio en un tiempo no muy lejano de incienso, cerrado y sacristía que parece regresar. No hay más que deleitarse con las perlas del nuevo temario de Religión para los alumnos de primaria y la ESO: regresan los rezos al aula, desaparecen las referencias a otros credos y se fulminan debates polémicos en torno a cuestiones como el aborto o la eutanasia. Se puede replicar que la asignatura es optativa, de acuerdo, pero se supone que este es un Estado aconfesional donde debería imperar un sistema educativo laico.
En cualquier caso, la reformulación de la asignatura, con el marchamo de la Conferencia Episcopal, tiene bastante de antipedagógico con la inclusión de asuntos de alto vuelo teológico. Como el reconocimiento de que la persona es incapaz de alcanzar por sí misma la felicidad. ¿La felicidad? Hombre, puede que ayude un poco a reflexionar sobre su difusa consistencia el hecho de mudarse a un ático de 370 metros y con espléndidas vistas, como el de monseñor Rouco Varela. Un pisazo exento de tributar el IBI, como todos los inmuebles de la Iglesia católica, y cuya reforma ha costado medio millón de euros al arzobispado.
Tampoco hacía falta publicar el nuevo currículo de Religión en el Boletín Oficial del Estado. El hacerlo implica una reafirmación del catolicismo en un tiempo de mudanza electoral en el que a todos se les está moviendo el piso. Al PP, también. Por eso hay que marcar distancias con esos niñatos que vienen posicionándose como cuarta fuerza en el mapa político. Esos advenedizos que pretenden incluir en su programa la revisión del concordato con la Santa Sede, firmado en 1979. Hablamos de Ciudadanos. Huy, perdón, Siutadans, según el portavoz Floriano, que son catalanes y huelen a azufre.
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